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Documentació

Entrevista publicada a “La Vanguardia” el 08/09/2003 per Marc Homedes

La chilena Isabel Allende (Lima, 1942) se encuentra en Santiago de Chile para presentar el segundo libro de la trilogía de novela juvenil protagonizada por la aventurera abuela Kate Cold (personaje en el que muchos descubren un álter ego de la escritora) y su nieto Alexander. En El reino del dragón de oro , ambos viajan a un reino prohibido de Asia, donde corren innumerables aventuras. del dragón de oro habla de la espiritualidad budista.

¿Reivindica una fe más pura en un momento de la historia en que el fundamentalismo se expresa de forma tan brutal como el 11-S en Nueva York?

­Sin duda el libro es una respuesta a un tema de actualidad, que es el fundamentalismo. La ciudad de las bestias tiene como tema principal la ecología. Éste es sobre la espiritualidad, una forma esencial, más pura y no fundamentalista de ver el espíritu. El tercer libro, El bosque de los pigmeos (aún no publicado) trata de la paz. Son tres temas tan de actualidad que era difícil eludirlos.

­Sus críticos señalan que trata temáticas demasiado ligadas a la actualidad, como si sólo buscara temas que fueran a venderse.

­Eso sería atribuirme una gran intuición. Tengo la deformación del periodista, estoy al tanto de lo que pasa en el mundo, pero hay veces en que los temas están en el aire y son inevitables. Tengo tres nietos, sé lo que les interesa y lógicamente escribo sobre esto... Mi intención no es escribir best-séllers, tengo la buena suerte de que mis libros se venden más o menos bien, pero no es premeditado. Si no, cualquiera podría escribir un best-séller, sería cuestión de ponerse al día con el periódico.

­¿Le molesta que la comparen con la escritora J.K. Rowling, la creadora de Harry Potter?

­¡No, ojalá pudiera escribir como ella! Harry Potter abrió un espacio. Antes había la idea de que los niños no leen, y ahora se ven niñitos de ocho años leyendo libros de 800 páginas en el autobús. Los padres, los maestros y los editores saben que los niños leen si les dan a leer lo que ellos quieren y no unas latas que fueron escritas hace cien años.

­Su trilogía transcurre en la selva amazónica, Himalaya y África ecuatorial, donde la globalización no ha penetrado... El personaje malvado recuerda mucho a Bill Gates...

­El protagonista, Alexander Cold, es un niño de California que, como tantos niños norteamericanos, no tiene idea de que existe el mundo más allá de su pueblo. Estados Unidos es un país muy provinciano, donde las noticias sobre el mundo sólo son sobre las zonas con las que está en guerra. Quería mostrarles que no todos viven con el celular en la mano. El mundo es mucho más diverso. Hay una saturación del materialismo y los jóvenes van a reaccionar: pronto va a haber un movimiento semihippy, ecológico y espiritual.

­¿Le afectó que al morir Roberto Bolaño se recordaran las declaraciones en que la definía como una “mala escritora lisa y llanamente”?

­Bolaño hablaba mal de todo el mundo. Era una persona extraordinariamente conflictiva que nunca dijo nada bueno de nadie. A una obra no le da valor lo que diga Bolaño o un profesor o un crítico, ni siquiera las ventas de un libro: es el tiempo. Ahora, Bolaño es un buen escritor que desgraciadamente murió, pero eso no lo hace mejor persona. Cuando vino a Chile habló mal de todos, no creo que haya un complot contra mí.

­Sí reconocerá que el pasado año, cuando fue candidata al premio Nacional de Literatura, se armó una gran polémica...

­Dijeron cosas horribles, pero se hubieran dicho de cualquier otro escritor. En este país a cualquiera que no sea futbolista y sobresalga un poquito lo tiran para abajo. Si te va bien dicen que lo haces por plata, si ganas plata dicen que eres ladrón, y si no la ganas eres un fracasado..., es la mentalidad nacional.

­¿Tiene algo que ver con eso el que muchos escritores que salieron al exilio se quedaran fuera aún tras el regreso de la democracia?

­Chile maltrata a su gente. Gabriela Mistral pasó casi toda su vida fuera; Pablo Neruda, gran parte de ella. José Donoso, también, pero se fue mucho antes del golpe, porque no había espacio, había una sensación de fracaso, de pesimismo. Es muy difícil hacer cosas cuando todo el mundo te está tirando para abajo. Claudio Arrau, Roberto Matta..., tantos chilenos que han tenido que irse fuera para poder respirar..., porque aquí te aplastan.

­Vive en Estados Unidos y tiene la nacionalidad norteamericana. ¿Qué opina de Bush?

­No hay nada que me dé más terror que el sentimiento patriotero, que se traduce a menudo en exclusión de todo lo que no es nacional, de modo que cualquier disidencia pasa a ser un acto de traición a la patria. Me opongo completamente al Gobierno de Bush.

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