15è. aniversari (1999 - 2014)
 
 

Documentació

Corona de flores

Article publicat la diari “ABC” el 20-05-10 per David Morán

Barcelona, 1877. La ciudad se estremece bajo el Dosel de Sombras y el Asesino de la Esperanza combate los primeros chispazos de modernidad cercenando cabezas y extrayendo intestinos. «Corren los mejores tiempos, corren los peores tiempos, es la era de la sabiduría, es la era de la estupidez», se puede leer en las primeras páginas de «Corona de flores», novela con la que Javier Calvo (Barcelona, 1973) se aleja definitivamente de la península Nocilla para embarcarse en solitario rumbo a la novela gótica de crímenes con un fabuloso y terrorífico esperpento que mezcla a Valle-Inclán con Sherlock Holmes y a Juan Benet con Jack El Destripador.

Los tiempos en cuestión, los que corren sin apenas moverse, son los de la restauración borbónica y el folletín decimonónico; tiempos de tensión constante entre ciencia y religión en los que la capital catalana «se despierta todas las mañanas bajo una nube negra de humo de las fábricas y se dedica a temblar bajo un cielo que siempre es gris. Gris y negro, bajo ese cielo tiemblan y se retuercen las víctimas del Asesino de la Esperanza, sí, pero también el inspector Semproni de Paula y el anatomista Menelaus Roca. El primero, sádico y psicopático inspector del Cuerpo de Vigilancia, representa la fuerza bruta y el orden aún más bruto. El segundo, un diabólico anatomista versado en todo tipo de atrocidades científicas, será el perro de presa que De Paula pondrá a seguir el rastro de los crímenes.

«Quería mostrar un periodo de la historia de Barcelona tétrico y espantoso, y el periodo de la restauración borbónica fue negro para la ciudad», explica el autor sobre una novela que, siempre a oscuras, avanza entre el Hospital de la Santa Cruz y las ruinas de El Carmen, entre la fabulosa calle Riudecendra y la prisión de Reina Amalia, dejando a su paso migajas de parodia ingeniosa y chorretones de sangre que salpican también a otros personajes como el grasiento novelista Aniol Almarrosa, el travestido rey de los bajos fondos Max Téller y al relamido diplomático Dado Blokium.

Monstruoso y magnético

A todos ellos se encomienda Calvo en este monstruoso y magnético relato que, espléndido en la recreación histórica e implacable a la hora de afilar cuchillos y retratar la violencia de la época, se sirve de las atmósferas tétricas y la mugre revuelta para exhibir el eterno conflicto entre religión y ciencia; entre tradición y progreso. Un conflicto que, en este caso, se resuelve casi siempre con altas dosis de brutalidad y unos cuanto intestinos esparcidos por el suelo. «Gran parte de esa violencia nace de la necesidad de quitarle filtros a las recreaciones históricas que se han hecho», asegura Calvo.

Autor de títulos como «El dios reflectante» y «Mundo maravilloso», el barcelonés explicaba medio en broma medio en serio que antes de escribir su anterior novela se le apareció el fantasma de Dickens y no tuvo más remedio que releerse todas sus obras del tirón. Para esta, en cambio, asegura haberse sumergido en libros como «Las historias naturales» de Joan Perucho y en novelas que, señala, «ya solo se leen en la escuela», como las de Narcís Oller. Las referencias negras, los guiños a Edgar Allan Poe y Arthur Conan Doyle, en cambio, son algo más espontáneo. «Son referencias que flotan por el subconsciente», asegura.

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