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Documentació

¿Quien no perdió algo en los 80?

Aricle publicat a “La Vanguardia” el desembre de 2007

Da gusto comprobar que, entre las voces de aquellos adultos a quienes hace cinco años se les llamaba ‘jóvenes promesas’, aun quedan escritores más interesados por contar historias que por lucir estilos. Nada de experimentos soporíferos, nada de plagiar a autores extranjeros, nada de florituras gramaticales… Sino contar simplemente una historia, que no es poco. Una historia con su principio, su trama y su desenlace. Una historia para entretener sin por ello vender la calidad. Una historia, en definitiva, como las grandes historias: directa, sincera, universal. Esto ha hecho Carlos Peramo (Barcelona, 1967): narrar. Y por eso el jurado del II Premio de Novela Bruguera, en la presente edición compuesto únicamente por Ana María Matute, le ha otorgado dicho galardón.

‘Me refiero a los Játac’ es la historia de cinco preadolescentes (Jorge, Albert, Tiny, Albert y Carlos, de donde surge el acrónimo Játac) que protagonizan una aventura con tintes trágicos. Al principio, los chavales tienen una existencia de lo más común en cualquier barrio obrero de aquella Barcelona de los años 80: escupen pipas, flipan con ‘Los hombres de Harrelson’ y no admiten en su pandilla más chicas que las de la revista Playboy, pero enseguida se descubre que estos cinco amiguetes también tienen una banda rival, lógicamente integrada por chicos mayores que ellos, contra la que tendrán un enfrentamiento fruto del cual fallecerá uno de los Játac. El eje central de la novela es el recuerdo de uno de esos chavales, al presente entrado en la treintena, de aquellos tiempos en los que las cosas eran tan sencillas, tan brutalmente sencillas, que podían resquebrajarse en cualquier momento. Para llevar a efecto la rememoración de aquella desgracia y analizar la repercusión de la misma en la formación emocional de sus protagonistas, Peramo traza dos líneas temporales (presente y pasado) perfectamente entrelazadas a través de un escenario único, los túneles de desagüe donde se enfrentaron las dos pandillas, a los que el protagonista debe regresar veintidós años después por motivos laborales. La perspectiva que el narrador adulto tiene de ese lugar, así como de los hechos allí acaecidos, contrasta con la perspectiva que el niño tuvo de aquellos mismos acontecimientos, y en esta comparación de un mismo mundo visto a través dos edades distintas estriba la magia de la novela. Porque, pese a que el eje central aparente ser la muerte de un niño, los auténticos temas de ‘Me refiero a los Játac’ son otros: la magnificación de la realidad durante la infancia, la quietud geográfica de miles de ciudadanos a lo largo de sus vidas, el fracaso de las expectativas de futuro, la insistencia en mantener -a menudo contra natura- los lazos emocionales con los amigos del pasado…

De alguna manera, esta novela guarda cierta relación estructural con la película ‘Sleepers’ (1996) de Barry Levinson, en la que cuatro chicos perdían la infancia de la forma más cruel posible y en la que años después, todos ya adultos, reconstruyen sus niñeces a través de la venganza. Sin embargo, en lo referente a la ambientación sería más apropiado comparar esta obra con aquella ‘Muntaner 38’ en la que Antonio Garriga Vela mostraba el decorado de la Barcelona gris y perdedora de los 60. Peramo no se remonta tan atrás tal vez porque él mismo no vivió aquellos años, pero sí que conoció –y parece que bastante bien- el ambiente callejero de los barrios obreros de la Barcelona ochentera. Por eso mismo, se puede afirmar que no habrá un solo lector que, habiendo entrado como poco en la treintena, no reconozca parte de su propia adolescencia en esta novela donde se rinde homenaje a una época en la que los chavales comían pipas y ‘sin apenas hablar, nos dedicamos a masticar y escupir cáscaras sobre la acera’. Así pues, podemos asegurar que este libro quizá sea, además de una excelente novela, un documento importantísimo para recordar cómo fuimos y tal vez cómo continúan siendo los niños que aún llevamos dentro

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