15è. aniversari (1999 - 2014)
 
 

Documentació

Una heredera de Barcelona

Article publicat a “El País” el per J. Ernesto Ayala-Dip

El excelente periodista cultural que es Sergio Vila-Sanjuán inicia su andadura en la ficción con una novela de época francamente lograda y llena de nervio narrativo. Leyendo esta historia me acordé de los reproches que se le hicieron en su día a Vida privada, del dramaturgo y poeta Josep Maria de Sagarra, su única novela y una de las más importantes de la literatura catalana del siglo veinte. Se le acusó de escribir más una crónica que una novela. Y lo cierto es que Sagarra no desperdició en su novela la oportunidad de dar valiosa información histórica y sociológica de la sociedad catalana de su época y de otras anteriores: pero eso no la convertía en una crónica. Sergio Vila-Sanjuán (que por cierto da por terminada su historia donde comienza Vida privada) no tiene ningún inconveniente en hacer de su novela una crónica novelada. Es un método de representación tan legítimocomo cualquier otro. El perfume proustiano proustiano que tiene Vida privada no lo tiene la novela de Vila-Sanjuán (porque tampoco era su propósito que lo tuviera). No es mi intención hacer ninguna comparación. Me resulta elogiable que Vila-Sanjuán haya manejado un material tan lleno de historia y de crónica casi negra sin temor a que estos géneros contaminaran su libro. Una heredera de Barcelona abarca los años más duros del pistolerismo anarquista y algunas cloacas del Estado en su función de represora. Estamos en vísperas del golpe de Estado de Primo de Rivera: una Barcelona, entre 1919 y 1922, con los teatros y restaurantes llenos, mientras en sus calles se dirime a tiros la suerte de empresarios, líderes sindicales y víctimas inocentes. Novela narrada en primera persona por un abogado y periodista de clase acomodada que se ve inmerso en el corazón de las refriegas sociales y los debates ideológicos de su tiempo, sortea Vila-Sanjuán cualquier tipo de maniqueísmo ideológico en un contexto histórico difícil de sortear. Y crea unos caracteres humanos impecablemente creíbles. Se lee Una heredera de Barcelona de un tirón y con esa sensación de que las buenas ficciones pueden hacer más real y atractiva la verdad histórica.

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