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Documentació

Poderosas vísceras primitivas

Article publicat a "La Vanguardia" el 02/07/2009 per Julià Guillamon

Baltasar Porcel ha sido uno de los novelistas catalanes más dotados. Por ambición literaria, por amplitud de espectro, por sentido aventurero y actitud cáustica, por la voluntad de otorgarse un amplio campo de acción, por la originalidad y diversidad de sus lecturas e interpretaciones de la tradición catalana y española, por la capacidad de adaptar las modas literarias e integrarlas en su mundo: del existencialismo al realismo mágico o la estética del best seller.

En su vasta producción hay seis libros fundamentales. Los inicios son impresionantes: Solnegre y La lluna i el Cala Llamp son dos novelas viscerales, que desbordan el marco de la literatura social y existencial con la que guardan algunas similitudes. La muerte de Don Sebastià, a manos de los obreros de la cantera, o el accidente que acaba con la vida del patrón Salla, con el gancho de carga se le clava en la frente, son imágenes que no se borran fácilmente de la imaginación del lector. Con menos sentido social del que podría parecer a primera vista, hablan de la violencia como un factor constante en la naturaleza y en las relaciones humanas. Difunts sota els ametllers en flor y Cavalls cap a la fosca, los dos libros que fundan el mito de Andratx, presentan el hormigueo de las vidas pasadas, como un cuadro de Brueghel, donde tienen cabida diferentes percepciones de la vida: dramatismo y poesía, ironía y esperpento. Difunts sota els ametllers en flor se construye a partir de historias que se superponen siguiendo el curso errático de los pensamientos del narrador. La vida contemporánea aparece como un yermo, enfrentada a la grandeza de los tiempos antiguos, el tiempo de las aventuras de corsarios y aventureros. Cavalls cap a la fosca utiliza la figura del novelista como investigador que se sumerge en la historia familiar y rastrea la verdad oculta en la documentación histórica. Las historias ancestrales forman parte de las vivencias cotidianas: los antiguos relatos se repiten todos los días, en Mallorca o París. Les primaveres i les tardors y El cor del senglar abundan en esta línea. En la primera asoma la idea de eternidad, que Porcel suaviza con la paradoja. En una de las escenas, el narrador entra en una habitación que ha mitificado en el recuerdo. La imagen de su memoria no existe en la realidad: es una estampa de un calendario, colgada en una de las paredes de la habitación. El cor del senglar representa una declaración de los principios que rigen la vida moral del escritor: "El veritable sentit de l'existencia és instintiu, batega en les ànimes, és germinatiu magmàtic", escribe Porcel en las primeras páginas. "Però no ho copsem, obnubilats pels dies que ens arroseguen urgents i pels esdeveniments que ens endogalen pesants". Frente a la razón doméstica, las "poderosas vísceras primitivas" de las que habla el poema de Whitman que le sirve de epígrafe. "S'ha de lligar l'acció amb la il·lusió, l'home ha d'actuar per creure i ha de creure per actuar".

Novelista crítico

En los sesenta, Llorenç Villalonga puso las bases de una narrativa moderna en Mallorca, a partir de dos ideas fundamentales: la crisis de la civilización occidental y la desaparición de una estirpe. Sus novelas pasaban revista al mundo perdido de antes de la guerra mediante referentes locales y evocaciones europeas: Barcelona, París y Roma. Porcel amplió este modelo, modificándolo en algunos aspectos esenciales. Creó su propio mito, entorno a la villa natal de Andratx, no como una forma de defensa frente a la realidad contemporánea, sino como un punto de partida para conquistar el mundo. Sus obras transcurren en el Magreb, Cuba, China, África negra, donde el narrador encuentra elementos que reafirman su concepción vital. El marco temporal también se amplía: Porcel se remonta hasta la conquista de Mallorca y crea una continuidad histórica hasta los tiempos de Pujol y, más allá, hasta el tripartito. La idea de la crisis de civilización está presente en su obra, como en buena parte de la narrativa contemporánea, pero su pragmatismo le lleva a buscar siempre una salida positiva. La reciente El castell i totes les ombres describe una Catalunya en pleno desbarajuste social, desnaturalizada, sin capacidad para enfrentarse al reto de la globalización económica y la emigración masiva. Una concatenación de intereses lleva, al final, a resolver las múltiples intrigas en una solución favorable a las necesidades individuales y colectivas. Porcel no se pierde en estériles lamentos, y aunque algunos de sus protagonistas optan por refugiarse en la cultura o en los placeres de la vida, no pierde nunca de vista lo factible y lo real. El ciclo novelístico que se abre en 1989 con el folletín El divorcio de Berta Barca es modélico. Porcel se distancia de su obra de juventud y vive una segunda madurez, con la urgencia de explicarse a sí mismo y afrontar una realidad huérfana de relatos. En Lola i els peixos morts, aborda sus inicios en Barcelona. Es una narración ácida, sobre las renuncias de la política, el desencanto de la transición y el rentismo que se ha instalado en las instituciones y los partidos. Porcel crea un álter ego, visión deformada de sí mismo, un recurso que utilizará también en Ulisses a alta mar, concebida como el reverso de Lola: la historia de un hombre asediado en el que reconocemos al director del Institut Català de la Mediterrània. La misma vocación por la contemporaneidad le lleva a escribir dos frescos de la vida actual en Mallorca y Barcelona: Olimpia a mitjanit y El castell i totes les ombres, novelas que combinan una visión crítica de la sociedad catalana mediante un juego que se repite en muchos de sus obras: la confrontación entre el hombre derrotado, pusilánime, que acaba regentando una tienda de souvenirs en Palma, el militante abotargado, y el triunfador, que vive un mundo exquisito, rodeado de obras de arte y bellas mujeres. Como Terenci o Montserrat Roig, Porcel elabora una personalidad pública, que forma parte de su propia creación, y aprovecha sus relaciones en distintas esferas para ofrecer una visión panorámica que combina la reflexión ensayística y la acción narrativa desbordada o sarcástica. ç

Alegoría del pujolismo

Entre las obras de los últimos años destacan especialmente El cor del senglar y L'emperador o l'ull del vent. A partir de una base actual, con la idea de la investigación sobre el pasado, Porcel se interroga sobre la identidad. El cor del senglar es un autorretrato que sigue el hilo conductor de la historia familiar, de manera fragmentaria y digresiva: de Cuba a la Mallorca hotelera, y de la figura del tío preferido, Baltasar Guillem de les Cases Velles al banquero Joan March. L'emperador... es una novela histórica anclada en el presente, con una lectura simbólica y política. Porcel combina un episodio poco conocido, la creación de un campo de concentración para confinar a las tropas francesas derrotadas en Bailén, con elementos metaliterarios, lecturas de la tradición romántica, un juego de parejas que vuelve a poner sobre la mesa la construcción de la personalidad y los claroscuros del destino. La historia de Gérard de Fleury que crea un quimérico imperio en el campo de concentración de Cabrera, se puede considerar una imagen alegórica del pujolismo. La desaparición de Porcel supone una dramática pérdida. Sus novelas principales, sobre el pasado familiar y la memoria mediterránea, representan una credencial extraordinaria para nuestra cultura. Sus novelas periodísticas, inspiradas en la actualidad, desafían a las convenciones de una sociedad acomodaticia y son una afirmación del poder de la novela, capaz de abordar las cuestiones fundamentales y crear discursos alternativos. Pocas veces en mi vida de crítico la muerte de un autor me ha provocado una sensación similar de vacío.

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