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Documentació

De Andratx al crepúsculo

Article publicat a "La Vanguardia" el 03/07/2009 per Pere Gimferrer

No creo que sea este el momento ni de evocar el trato personal con Baltasar Porcel, a quien vi dos veces en cuatro días muy poco antes de su agravamiento y muerte, ni tampoco de situarle genéricamente en la literatura catalana. Lo primero sólo a mí me concierne, y de lo segundo se encargará la ardua sentencia de la posteridad, según una célebre cita italiana: "ai posteri l"ardua sentenza"

Sí me corresponde decir que al recordar al hombre a quien traté y al escritor a quien leí son dos imágenes, la inicial y la final, las que con más elocuencia aparecen en mi memoria. La imagen inicial es la del autor de Solnegre (libro cuya edición en la colección Antologia Catalana dirigida por Joaquim Molas prologué), la del autor de La lluna i el ´Cala Llamp´ - primera obra suya que reseñé, en la revista El Ciervo-, la del autor de Els escorpins y luego de Els argonautes, y, a modo de culminación de esta etapa, de Cavalls cap a la fosca. Estas obras constituyen un ciclo perfectamente delimitado que se cumple en sí mismo y que dibuja con un lenguaje de enérgico colorido y épica autenticidad el retablo a la vez microcósmico y gigantesco o agigantado de una mitología marítima; en cierto modo, este ciclo incluiría también Crònica d´atabalades navegacions y Difunts sota els ametllers en flor. En rigor debería también hacerse mención del teatro, menos recordado hoy y la renuncia a cuya escritura nos diría mucho, si la estudiáramos con atención, acerca del joven Porcel y de la sociedad catalana de su época. A este periodo inicial, los años 60 y 70, sigue luego una dilatada y muy bifurcada etapa en la que fue menor mi trato personal con el autor y no seguí cada libro suyo indefectiblemente, aunque no dejara de verle en unas ocasiones y de leerle en otras. En cambio, la siguiente imagen que se impone en mi ánimo es muy reciente, de hace pocos meses: el hombre, súbitamente inseguro y abatido alguna vez pero combativo y animoso siempre, que escribió Cada castell i totes les ombres, obra veteada y hasta interrumpida en parte por su enfermedad y de ejecución desigual, que ha dado lugar a las más contrapuestas valoraciones, y en la que yo encuentro, en forma conmovedora, la verdad final e íntima de aquel joven que empezó en Andratx y esa mezcla de sarcasmo, ironía, escepticismo, desencanto, agresividad y ternura que probablemente dicen tanto de su ser como el retrato que de él trazó Llorenç Villalonga en L´àngel rebel. Así, la imagen inicial y la final cierran el ciclo, y con ello no pretendo desconocer que entre tanto surgieron títulos como L´emperador o l´ull del vent; pero el perfil del joven escritor, a medio camino primero entre la narrativa poemática fundacional de un mito y el del escritor ya en su crepúsculo que se expresa como un aeda envejecido o quizá un Rastignac desengañado, se complementan y, en gran parte porque ello no responde a un plan previo sino al curso de la vida, dan la más cabal valoración que hoy puedo hacer de Porcel. El perfil del joven escritor y el del que se expresa como un vate envejecido se complementan.

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