Documentació
Àngel Casas retrata el Sants de la posguerra en su primera novela en lengua catalana
Desgañitados acabaron ayer el popular presentador televisivo Àngel Casas y el editor de su primera novela en catalán, Jaume Vallcorba, para intentar dejar clara una idea a los periodistas que habían acudido a la presentación de Fred als peus (Quaderns Crema): que esta historia que dibuja los años de formación de un niño en el Sants de la posguerra no puede asimilarse en modo alguno a los libros manufacturados por los llamados "autores mediáticos".
El conductor de "Musical Ex-press", "Àngel Casas show" o "Un día es un día" ya tuvo una mala experiencia con la publicación de su por ahora única novela en castellano, "Estamos en el aire", apenas considerada por la crítica por ser etiquetado como "mediático", y no quiere repetir. Máxime cuando su editor, poco sospechoso de veleidades comerciales, dice que "Fred als peus" tiene una "calidad literaria y una capacidad de evocación que van a sorprender a los lectores".
El título de la obra recuerda un popular chiste de los cincuenta: mientras espera el tranvía, un hombre agita los pies como si intentara bailar claqué. Se le acerca otro y con tono cómplice le pregunta: "Què, Fred Astaire?" A lo que el hombre responde: "No, fred als peus". Y, en efecto, la recreación que Casas hace de su barrio natal, el Sants de la posguerra, está marcada por los tonos grises -el protagonista cree que hasta que no fue mayor no soñó en color- y por un frío húmedo "de miseria del que era imposible escapar ni tan siquiera con mantas y bolsa de agua caliente", recordaba ayer Casas. Un frío tan intenso que incluso lleva al joven protagonista a pensar en el sacerdocio: sotana hasta los pies, confesionario de marquetería, penitencias que entibian el alma... "Vi muy claro el calor de la fe", escribe el aterido adolescente.
La opresión de las sotanas
Pero por encima del frío, es la religión la gran protagonista de esta novela que Casas aclara que no es autobiográfica, pero que sí está basada en las vidas de los que vio crecer a su alrededor. Relatos de increíbles milagros, misas y más misas, el ángelus, el rosario hasta en la radio, la represión del colegio religioso... "La política era mucho menos importante que la religión. Quien nos reprimía y nos impedía la libertad de expresión eran las sotanas, el nacionalcatolicismo. La represión no se vehiculaba directamente a través de la Formación del Espíritu Nacional, que ni los profesores se tomaban demasiado en serio. Era la religión, la fe oficial, la que oprimía. La parroquia era el epicentro de la vida sentimental y cultural de aquellos adolescentes y de hecho el protagonista necesita narrar todas las andanzas de este libro para decir ‘aquí no volveré nunca más’", concluye Casas.
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