Documentació
Carol, entre la mujer madura y el anti-Dalí
Un elogio de la mujer madura, la reivindicación de un colaborador de Dalí que fue su contrafigura y una guía íntima de Barcelona son los tres elementos que Màrius Carol pone en juego en la novela Les seduccions de Júlia, último premio Ramon Llull. El periodista presentó ayer su libro, que Planeta acaba de publicar con una tirada de 20.000 ejemplares. Dentro de quince días aparecerá la versión castellana, realizada por el propio autor.
"Ésta es en realidad una novela sobre el paso del tiempo, que afecta de modo distinto a los tres protagonistas: Júlia, Barcelona y Dalí -explicó Carol-. En el caso del pintor, es evidente que lo vivió de forma muy angustiosa en la etapa final de su vida. Los propios psiquiatras decían que su principal problema era la incapacidad de aceptar su propia decadencia."
A la sombra del pintor
Júlia, la protagonista de la novela, es una periodista que vuelve a Barcelona tras permanecer veinte años en Nueva York con el encargo de preparar un documental sobre Dalí. Carol, biógrafo del pintor, convierte en personaje de este libro a Isidoro Bea, un escenógrafo que colaboró durante treinta años con Dalí y con el que mantuvo una amistad personal profunda. "Estuvo muy cerca del genio, pero él siempre se mantuvo escondido, nunca quiso protagonismo -dijo el escritor-. Representa un poco un anti-Dalí y creo que merecía ser subrayado públicamente."
En Júlia el autor ha querido encarnar a "una mujer madura que ha aprendido a vivir en soledad y a marcarse su propio camino, aunque esta soledad sea el precio que paga por su libertad". Es una periodista de 45 años construida "a partir de aspectos de mí mismo, pero también de muchas otras personas que he conocido".
La Barcelona que Júlia reencuentra en 1996 no es, evidentemente, la misma que la que dejó en 1976. "La ciudad se ha vuelto más cosmopolita, menos provinciana, hay más diseño en sus calles -dice Carol-. Pero en el libro no hay una apología de la Barcelona del diseño. Es verdad que se contrasta la ciudad de ayer y la de hoy, pero también se pone de manifiesto la ciudad de siempre, la que aguanta el paso del tiempo. Por eso un arquitecto amigo no lleva a Júlia a los bares posmodernos, sino a establecimientos de toda la vida como Boadas, Amaya o Casa Leopoldo."
Tornar