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Article publicat a “La Vanguardia” el 02/02/2009 per Antoni Puigverd

Sales abraza a todos los condenados a la tragedia de la guerra: impotentes polichinelas del destino

Cuando el profesor Xavier Pla me propuso participar en unas jornadas sobre Joan Sales en la Pedrera, dije sí queriendo decir no. Ante mí se alzaba una pared difícil de escalar. ¡Decir algo potable sobre Incerta glòria, un novelón de los de verdad! Un libro largo, denso, formidable. Tenía pensado releerlo en cuanto me sacara de encima el diluvio de novedades que inunda mi biblioteca. Pero una cosa es releer esta grandiosa novela yotra muy distinta anotarla y trabajarla. Y, sin embargo, Xavier Pla y Àlex Susanna, responsable cultural de Caixa Catalunya, acertaban recabando atención sobre la personalidad de Joan Sales (1912-1983). Republicano, catalanista y católico, su obra cuestiona la superficialidad maniquea del actual debate sobre la memoria. Un debate caracterizado por la politiquería y el encastillamiento moral desde el que los herederos de cada bando niegan los errores de su estirpe.

Nunca un encargo difícil e imprevisto me ha causado tal gozo. Aunque no sé si gozo es una palabra que pueda definir una novela que se lee con una mezcla de fruición, estupefacción y maravilla a pesar de que es un viaje al pozo sin fondo de las trincheras y al tedio de la posguerra. Incerta glòria es una de las mejores novelas europeas sobre la temática de la guerra,adecir de críticos tan objetivos como expertos en la materia, entre los que destaca la profesora Nora Catelli, cuya prodigiosa intervención en la Pedrera dejó al auditorio entero con la boca abierta. Devoré Incerta glòria en mi juventud. Compulsivamente. Volando en pos del desenlace argumental, saltándome las densas, poéticas, durísimas y, sin embargo, fascinantes páginas en las que los personajes se dejan arrastrar por una especie de levitación mental mediante cartas, conversaciones o monólogos interiores. En mi juventud, apresurada como todas, aquellas páginas me parecían un lento obstáculo. Ahora descubro, maravillado, que la prosa de Sales es una de las más brillantes de la literatura catalana de todos los tiempos. Un brillo deslumbrante que la profesora Nora Catelli asocia a laprosa de otro de los grandes autores de temática bélica, aunque situado en los antípodas de Sales, el controvertido Céline del Viaje al fin de la noche. A mí, no sé muy bien por qué, estas levitaciones de los personajes de Sales me han recordado las epifanías o revelaciones que percibe Leopold Bloom, protagonista del Ulises de Joyce. Formalmente no se parecen en nada, pero coinciden en la misma revelación: "La vida de cada uno no puede ni ha podido ser nada más que un naufragio" (lo dice el cura Cruells, cuyo existencialismo, pariente del de Kierkegaard, no encuentra más sublimación que el símbolo de la cruz).Incierta gloria (formidable la traducción al castellano, publicada por Planeta, obra de Carlos Pujol, que intervino en la Pedrera contando amenísimas anécdotas sobre Sales) ofrece un profundo panorama de nuestra guerra observada desde la óptica de los vencidos: el raro desprendimiento de los combatientes en las trincheras; la cobarde persecución religiosa en la retaguardia; los bombardeos del bando nacional sobre la población civil barcelonesa; las disputas entre comunistas y anarquistas; el choque entre modernidad y tradición en las artes de la guerra; los alucinantes tiempos muertos en los que el frente se congela; las espeluznantes y alucinadas páginas de la retirada republicana; el infinito gris de la Barcelona de posguerra... La novela toma partido por la incierta gloria del abril republicano y por el triste destino de Catalunya. Y destila un mensaje existencialista y católico. Pero, como sucede en todas las grandes novelas, el discurso ideológico no domestica la verdad humana. Sostiene Kundera que los verdaderos novelistas rescatan al ser humano olvidado por la Historia mayúscula. Y, efectivamente, para Sales los argumentos políticos e ideológicos son importantes, pero más importante es reflejar la verdad humana aplastada por el peso de lo trágico: la desvergüenza de los que agitan las ideas en beneficio propio, las dudas de los que en la trinchera ya no saben cuál es su bando puesto que la barbarie impera en todas partes, los desastres que causa la ideología en las gentes, la frialdad de la muerte en las batallas, la sordidez de la supervivencia, el refugio del cinismo, la alucinación del héroe... Es imposible resumir esta novela. La síntesis argumental (tres hombres, uno de ellos seminarista, enamorados de la misma mujer en el escenario de la guerra) nada sugiere del colosal impacto que causa en el lector. Impacto es, precisamente, lo que ha suscitado en la Francia culta la nueva traducción encargada por el sello editor Tinta Blava, que dirige Llibert Tarragó, francés hijo de catalanes exiliados. Han cantado sus excelencias críticos de Le Magazine Littéraire, Le Monde o Le Figaro. Hay que leer o releer Incerta glòria, sea en catalán o en castellano, en estos tiempos de retorno ideológico a las trincheras. Si su calidad impacta, la piedad es la gran aportación de Joan Sales a la memoria histórica. No es una piedad blanda, amanerada, pues incluye tragedia y odio. Sales toma partido, pero asume los excesos de su bando. La mirada piadosa de Sales abraza a todos los contendientes condenados a la tragedia: impotentes polichinelas del destino, solos en su desgracia. Solos en compañía de otros desgraciados solitarios.

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