Documentació
Premio al novelista embajador
Carles Casajuana gana el Ramon Llull con 'L'últim home que parlava català'
El ganador del Premio Ramon Llull, Carles Casajuana (Sant Cugat, 1954) -actual embajador en Londres del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero- recurrió ayer en Andorra a la diplomacia para evitar responder preguntas comprometidas. Y eso que la novela ganadora, titulada L'últim home que parlava català, trata temas muy polémicos. Pero es necesario ir por partes, porque la trama del libro con el que ha conseguido los 90.000 euros del galardón -convocado por el Grupo Planeta y el Ejecutivo andorrano- está llena de recovecos. Sin embargo, Casajuana no quiso desvelar demasiado de la obra. Explicó, eso sí, que está ambientada en la Barcelona de hace apenas tres años y que uno de sus protagonistas es un escritor que utiliza la lengua catalana y que, además, sufre acoso inmobiliario. Pese a la presión, no parece dispuesto a abandonar la casa hasta que no acabe la novela en la que está trabajando; lo que, de entrada, ya plantea un interesante juego de literatura dentro de la literatura. ¿Y en qué consiste el libro que le roba horas de sueño? Pues es ahí donde puede asomar la polémica, porque el esforzado escritor imagina un mundo futuro en el que sólo queda una persona que hable catalán, el señor Bernat. El acosado literato lo hace con una intriga detectivesca en la que el cadáver es, ay, la mismísima lengua catalana.
Casajuana -autor de títulos como la novela negra Kuala Lumpur y presente en los catálogos de Quaderns Crema y Seix Barral- tardó muy poco en tomar distancias con su protagonista y recordó que se trata de una obra de ficción. De ahí que se mostrara ambiguo cuando se le preguntaba si él también creía que el catalán corría peligro de extinguirse. Para él, los temas de su obra son, sobre todo, el de la identidad y el de la creación literaria. Pero la novela también ofrece una reflexión sobre el bilingüismo, porque otro de los personajes en liza es un escritor que utiliza como idioma de expresión el castellano. Sin entrar en detalles, Casajuana dio a entender que este último es propietario de parte del piso del que quieren echar al autor que escribe en catalán.
Es decir, toda una alegoría de un conflicto lingüístico que ha llenado páginas y páginas de opinión en los diarios. El galardonado subrayó, para sortear malentendidos, que no es un argumento maniqueo en el que unos reciben el papel de buenos y otros el de malos. O lo que es lo mismo, de nuevo: más diplomacia. "En materia de lenguas lo que se debe hacer es sumar y no restar. Las lenguas no deben convertirse en fronteras", apuntó el escritor, que también forma parte del consejo asesor del presidente de la Generalitat, José Montilla, para asuntos relacionados con la Unión Europea.
Lo que no se atrevió a negar con rotundidad es esa posibilidad de que el catalán desaparezca algún día, pero tampoco lo contrario. Un consuelo: quedó claro que ha rehuido el dogmatismo, el panfleto y la tentación de dar su opinión porque para lo último, dijo, habría escrito un ensayo y no una obra de ficción. "El catalán puede desaparecer o no. Pero en el libro que escribe uno de los protagonistas no muere por muerte natural, ni víctima de un criminal que se pueda enviar a la prisión", señaló sin abandonar su postura de no echar leña al fuego.
Finalmente, Casajuana aportó algún matiz que puso un poco de luz ante tanto rodeo diplomático. Así, afirmó que la novela más que abordar en algunos de sus episodios la desaparición de la lengua catalana, se adentraba en su evidente "empobrecimiento y degradación", algo que también afirmó recientemente Quim Monzó en un coloquio organizado por el Centro de Estudios Jordi Pujol. Aunque a los puristas les pueda parecer que el tema es bastante dramático, Carles Pujol, portavoz del jurado del Llull, remarcó el carácter alegórico del libro y el uso que hace su autor de la ironía. Son unos rasgos que también están presentes en la novela Los inquilinos, de Bernard Malamud, en la que Casajuana dice haberse inspirado.
Curiosamente, que el premio mejor dotado de las letras catalanas se conceda en Andorra, el único Estado en el que el catalán es la lengua oficial en exclusiva, podría ser otro motivo de reflexión de la obra galardonada. Y el Llull permanecerá allí, como mínimo, otros tres años más, tras la renovación del convenio entre el Grupo Planeta y el Gobierno andorrano firmada ayer. En ese acto, el presidente de Planeta, José Manuel Lara, se felicitó por la buena salud de la industria editorial en tiempos de crisis, como demuestran las ventas que ha tenido su grupo este mes de enero, superiores a las del mismo periodo del año pasado. Asimismo, Lara afirmó que las ventas en los diversos establecimientos de La Casa del Libro aumentaron en 2008 el 9%. Como se ve, en tiempos de renuncias obligadas, el libro resiste.
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