15è. aniversari (1999 - 2014)
 
 

Documentació

Leni i “Terra baixa”

Article publicat a “La Vanguardia” el 08/10/03 per Àngel Quintana

El pasado 9 de setimebre en el informativo del Canla 33, “La nit al dia”, se emitia una breve reseña necrológicasobre Leni Riefenstahl, la cineasta vinculada al nazismo que acababa de morir a los 101 años, donde se recordaba que había estado tentada por “Terra baixa” de Àngel Guimerà, pero que no había realizado el filme. No es verdad, “Terra baixa” no fue tentación de la directora sino su principal obsesión: “Tiefland”, la película inspirada en la obra de guimerà, es una de las más largas y singulares aventuras de la historia del cine. Su producción se inició en 1934, el rodaje se materializó entre 1941 y 1944, y su negativo acabó sinedo secuestrado. Cuando finalmente Leni Riefenstahl estenó el fime en Stuttgart, el 11 de seteimebre de 1954, su nombre estaba proscrito por su vinculación con el nazismo.

El error periodístico es sintomático del olvido que rodea al hecho del interés de la directora nazi por la obra más embelmática del teatro catalán. “Tiefland” nunca ha sido proyectada en Catalunya –ni en salas comeciales ni en sesiones de la Filmoteca ni en festivales.

En el congreso celebrado en El Vendrell con motivo del centenario de Àngel Guimerà no se hizo ninguna referencia a la película, y en los discursos que Riefenstahl genera sobre la autonomía estética del arte frente a la política, “Tiefland” prácticamente no existe. Las razones de este olvido son curiosas. Por una parte, es cierto que Leni Riefenstahl continúa incomodando y que su “Terra baixa” genera un sentimiento de obra inoportuna. Por otro lado, el olvido también refleja el escaso interés de la cultura catalana por estudiar la recepción y traducción de sus obras en otros medios, principalmente el cine. “Terra baixa” no sólo fue adaptada a la pantalla por Riefenstahl. En el Hollywood de 1915 inspiró una versión dirigida por J. Searle Dawley y en el Japón ultranacionalista Mizoguchi la llevó al cine con el título de “Jin Kyo. El mundo de aquí abajo”.

Debido a su condición de cruce cultural y de obra nacida fuera del tiempo, “Tiefland” revela muchos enigmas. En su proceso de gestación podemos hallar algunas de las principales tensiones de la historia del siglo XX y en su temática encrontamos el debate estético sobre las bases míticas que rodearon al estallido de los diferentes nacionalismos europeos del XIX. Leni Riefenstahl no se inspiró directamente en la obra homónima de Eugen d’Albert, que se estenó en Praga en 1903. La directora vió que esta ópera contenía algunos de los elementos esenciales de la llamada völkisch, en la que se parte de la conciencia mítica de la nación a partir de sus valores ancestrales y de su pureza originaria.

Para la cultura völkisch el principal enemigo era la civilización moderna, porque introducía el caos y comrrompía lo ancestral. Se trstaba de una cultura antimoderna, antiurbana i antiindustrial que reivindicaba una idea del individuo puro com ser que debía mantenerse en contacto con la naturaleza y alejando del mundo del comercio. Esta cultura, que atraviesa casi un siglo de la vida cultural y política alemana, no debe considerarse como una simple ideología protonazi, a pesar de que en ella encontramos alguna peligrosa pendiente. Como es sabido, en el exterior del nazismo existe una tensión entre los límites de la racionalidad, que se proyecta en el arte por los valores neoclásicos, y los principos nacionalistas, que invocan un tiempo inmortalizado. Por otra parte, la cultura völkisch encontró su proyección estética en las bases del idealismo. En el drama idealista alemán se otorga más importancia al personaje que a la trama, y su elemento fundamental es la reivindicación de la voluntad del héroe. El espectador no debe compadecerse del sufrimiento de los personajes ya que, tras su caída, el héroe debe imponerse.

El juego de dicotomías que presenta “Terra baixa” de Guimerà entre individuo/masa, mundo ral/mundo mítico, yo/naturaleza, espíritu/materia queda perfectamente condesado en la oposición simbólica entre la tierra baja como espacio de la corrupción y del vicio. Esta dialéctica encunetra su proyección en “Tiefland”. En el fondo, el problema que plantea actualmente su visión es la cuestión del nacionalismo y la certificación de que éste no se basa en las esencias, sino en una serie de construcciones. Guimerà recurrió al völkisch para establecer un espacio teatral de donde surgieran algunos símbolos esenciales de la construcción nacionalista como el apego a la tierra, el miedo a la civilización y la proyección de los ideales en los espacios de pureza. Leni Riefenstahl recuperó estos elementos para realizar otro de sus cantos a un mundo nacional no contaminado, situado en una mística esfera ideal.

Se deicó a la danza hasta que un accidente truncó su carrera. Leni Riefenstahl (1902-2003) se pasó entonces a la interpretación, dedicada a las películas deportivas. En 1932 dirigió “El ángel azul”, su primer filme. Tras verla, Hitler le ancargó “El trinfo de la voluntad” (1936), centrado en el congreso del partido nazi, y luego “Olimpiada”, sobre los Juegos Olímpicos de Berlín. La derrota alemana en la Segunda Guerra Mundial acabó con su carrera como directora.

Tornar