15è. aniversari (1999 - 2014)
 
 

Documentació

"No quise convertirme en propietaria de una gran editorial por razones éticas"

Entrevista publicada a “La Vanguardia” 06/04/05 per Xavier Ayén

ARGUMENTOS DE VENTA: "En una multinacional, la calidad no cuenta: sólo importa salir en la tele" OBJETIVOS CUMPLIDOS: "Al licenciarme me prometí no hacer más gimnasia ni levantarme antes de las 10" RUMOR INFUNDADO: "Jamás me jugué la editorial a las cartas, soy prudente en mis apuestas"

Esther Tusquets (Barcelona, 1936) publica Confesiones de una editora poco mentirosa en RqueR, la editorial dirigida por su hija, Milena Busquets. El libro es un ágil relato de una época, un oficio y unos personajes que ya son historia cultural de España. La autora narra cómo transformó Lumen, una editorial "religiosa, franquista y moralizante", en un referente cultural indiscutible, faro de la progresía de este país. Carlos Barral, Carmen Martín Gaite, Ana María Matute, Ana María Moix... son algunos de los personajes más citados.

-Explica algunas anécdotas jugosas del mundillo editorial, pero muchas veces evita dar los nombres.

-Cito a los muy conocidos, poderosos o que han triunfado, como Cela o Juan Pascual, entonces directivo de Bertelsmann. Pero evito criticar con nombres y apellidos a gente más modesta, como el pobre poeta gay que quería que publicara su libro y me persiguió hasta el rellano de casa. No tengo un espíritu revanchista y, en muchas cosas, me he contenido. Aunque tratar con escritores es complicado porque son gente muy sensible y susceptible.

-¿Cómo fue su relación con Cela?

-Cuando pasaba por Barcelona, yo iba a su suite de hotel a ver el espectáculo: él se ponía cómodo, pedía algo de beber y empezaban a desfilar personajes: periodistas, fotógrafos, escritores, hispanistas, chicas guapas... A algunos los despedía abruptamente en unos minutos, otros se apoltronaban horas enteras charlando y tomando copas. Él narraba historias, respondía preguntas, alternaba frases brillantes con otras brutales, contaba anécdotas escandalosas, cantaba coplas obscenas... Me lo pasaba en grande. Pero dejé de verle porque no me gustaba cómo maltrataba a la gente.

-En su libro, reivindica al pequeño editor y critica a los grandes grupos, de los que describe unas reuniones caricaturescas.

-¡Pero si todavía me he quedado corta! Es exactamente así: los argumentos de venta de un libro eran dos: primero, que saliera en la tele; segundo, que se hubiera hecho una película. La calidad nunca cuenta.

-Mafalda y El nombre de la rosa catapultaron al éxito a Lumen. ¿La abandonó porque se iba haciendo cada vez más grande?

-No quise dar el salto de pasar a ser una gran editorial.Me daba mucho miedo ser propietaria de un gigante, no por correr riesgos sino casi por razones éticas.

-Otro autor importante en su vida profesional es Miguel Delibes.

-Rinde un culto enorme a la amistad y a la fidelidad, que le ha hecho perder contratos millonarios. Me ha escrito diciendo: ´En tu nuevo libro dices que soy buena persona pero que asesino perdices´. Ja, ja, es que lo del sufrimiento de los animales es más fuerte que yo.

-Mario Vargas Llosa también participó en su colección Palabra e Imagen, de relatos y fotos.

-Su perfeccionismo es enfermizo: me envió cartas y sucesivas versiones del relato Los cachorros, en un proceso que duró dos años.

-También habla de la agente Carmen Balcells...

-La admiro, la quiero y la he odiado a ratos. Como a todas las personas que les gusta el poder, tiene una cierta tendencia a la arbitrariedad, muchas veces en el sentido positivo: es capaz de hacerte regalos extraordinarios. Un día, me preguntó quién creía que era el autor más importante de la literatura. Le respondí que Joyce y al poco me dio sus derechos. Gracias a ella, los autores gozan de un nivel de vida que no hubieran conseguido.

-¿Y cómo ha sido su nivel de vida?

-Soy una privilegiada: he trabajado toda mi vida en algo que me gusta y no he tenido que soportar a jefes. Cuando acabé la carrera, me prometí dos cosas: nunca jamás iba a hacer gimnasia -entonces obligatoria en la universidad- y nunca me levantaría antes de las diez. Lo cumplí hasta los 60 años, cuando vendí Lumen a Random House Mondadori (entonces Bertelsmann). El dinero sirve para hacer cosas agradables pero, más allá de ciertos límites, no comparto el afán de acumularlo; tengo amigos a los que les gusta ganar dinero como deporte. Yo encuentro más divertido gastarlo.

-¿De dónde salió la historia de que usted se jugó la editorial a las cartas?

-Fue un rumor que supongo que se propagaría a raíz de que yo conocí al ejecutivo de Bertelsmann con quien negocié la venta en una partida de bridge. Yo juego al póker pero soy muy sensata en mis apuestas.

-Es muy divertida su evocación del mítico encierro contra el franquismo en Montserrat en 1970.

-Fuimos allá tres locas: Ana María Matute, Ana María Moix y yo. Rosa Regàs apuntaba en la puerta los nombres de los que venían. Mucha gente se enfadó con nosotras, como si aquello fuera una fiesta de sociedad a la que no hubieran sido invitados. Nosotras no corrimos riesgos, no nos hubieran hecho nada porque no teníamos un currículum de activistas. La cosa se zanjó con una multa de 25.000 pesetas.

Tornar