15è. aniversari (1999 - 2014)
 
 

Documentació

Article publicat a “El Periódico” el 24/01/03 per Manel Castaño

En un esclarecedor epílogo a su ambicioso proyecto poético, Lluís Calvo dice que siempre ha intentado "reflejar las desazones, tanto cotidianas como filosóficas, que definen el mundo contemporéneo". Antes de que una afirmación tan drástica nos haga apartar este volumen de poemas como si fuera ensayo, fijémonos que eso es lo que tendríamos que buscar siempre. Que la pereza no nos vuelva traidores. La poesía puede ser muchas cosas, del divertimento hasta la mística, y todas son válidas y saludables; pero la poesía que dura es la que busca expresar el carácter de una época. La de Calvo no es serena ni confortable, pero él no tiene la culpa; sólo es un mensajero. Nos hace tomar conciencia de existir en un mundo sin fundamentos, habiendo perdido el sentido de totalidad y con la personalidad disgregada en una colección de máscaras. Por ejemplo, sin pecar de esnobismo, los muchos papeles que un individuo puede adoptar en un chat le sirven para explicitar que "només en els fragments pot intuir-se, esquiva,/ l'obscura identitat que ara em dissol". Además, presenta una faceta que podría llamarse antihumanista, como cuando subraya el protagonismo de la casualidad en el avance del conocimiento para comunicarnos la sensación de que la vida, igual que el hallazgo de la piedra de Rosetta, es consecuencia del azar. Y, como lógica consecuencia de una poética fundamentada en esta certeza --"fa temps que vaig deixar de creure en la realitat"--, el discurso es frío. En los poemas dedicados a una Barcelona que ya no existe no hay nostalgia, pero tampoco alivio por haberla dejado atrás, sólo la constatación "d'algú que ara s'inclina, en pau, cap als seus somnis". Puesto que en la poesía de Calvo el objetivo es el contenido, podríamos lamentar que la belleza, presente, surgiera sólo como resultado colateral; sin embargo, la ambición de conocimiento que la preside es de lo más encomiable.

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