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Documentació

Una cordura delirante

Article publicat al diari “El País” el 06/10/2007 per Enrique Vila-Matas

Sólo hasta 1947 se pudo publicar el primer poemario de J. V. Foix, Sol, i de dol, una síntesis de su mundo estético y filosófico que mezcla tradición y vanguardia.

Ante todo, está el recuerdo de cuando le vi a Josep Vincenç Foix recitar el primer poema de Sol, i de dol y aquel deslumbramiento y emoción absolutas, porque no le entendí bien (tuve más tarde que recurrir al diccionario), pero supe que con aquellos versos ahondaba en mi vieja tierra y al mismo tiempo en la soledad moderna. Acostumbrado al catalán doméstico, no sabía que podía tener aquella lengua una dimensión tan perfectamente cincelada: "Sol, i de dol, i amb vetusta gonella, / Em veig sovint per fosques solituds, (...) I dic: On so? Per quina terra vella, / -Per quin cel mort-, o pasturatges muts, / Deleges foll? Vers quina meravella / D'astre ignorat m'adreç passos retuts?..." .

Lúcido testigo de la crisis de identidad personal del sujeto a principios del siglo pasado, J. V. Foix debutó con dos libros de prosa poética (Gertrudis, en 1927, y KRTU, en 1932), donde todo estaba regido precisamente por la propia movilidad del mundo aleatorio y eventual en el que se movía. En él se dio la paradoja de que, siendo el vanguardista más avanzado de Cataluña, fue ya desde el primer momento un clásico. Pero aquellos dos libros iniciales tuvieron una recepción discreta. La Guerra Civil, por su parte, retrasaría aún más el reconocimiento del poeta. Por razones de censura, su primer libro de poesía, Sol, i de dol, extraordinaria síntesis de su mundo estético y filosófico, no se pudo publicar hasta 1947, pero llevaba fecha de 1936. Se componía de setenta vigorosos sonetos en los que había un esfuerzo por incorporar el sentido de la tradición poética que le era más familiar y hacerla compatible con la más extrema vanguardia del momento; una tarea insólita que hallamos resumida en uno de sus versos más citados, casi un lema poético: "M'exalta el nou i m'enamora el vell" (me exalta lo nuevo y me enamora lo viejo). En lo viejo se remontaba Foix sin problemas hasta Ramon Llull, Ausiàs March y, gracias a este último, a los poetas provenzales. De lo nuevo le interesaban especialmente los futuristas y los surrealistas franceses.

Los sonetos de Sol, i de dol pueden clasificarse en cuatro modalidades diferentes: sonetos de reflexión y doctrina moral, sonetos de pensamiento sobre tema amoroso, sonetos lúdicos con juegos verbales, y sonetos de una religiosidad abstracta. En los cuatro registros brilla el surrealismo y la ironía: las cualidades máximas, según Baudelaire, del poeta moderno. Y brilla también, según observara el gran Carles Riba, un excepcional "sentido de esa inexplicable, irreducible entidad que es un verso".

A lo largo de los setenta sonetos hay tensión entre vanguardia y tradición (que nunca fueron para él categorías antagónicas), entre Razón y Locura, que queda reflejada en otro de sus famosos versos: "Si pogués acordar Raó i Follia" (si pudiera concertar Razón y Locura), donde es visible el conflicto permanente de su geografía interior, sus oscilaciones entre sentimiento y razón, entre instante y eternidad, entre surrealismo y geometría. En Foix el humor y la cordura delirante de su veta surrealista no habrían sido nunca posibles sin la solidez medieval de su sentido de las realidades, que podía, por cierto, llegar a ser profundamente inquietante. Sus poemas nos enseñan que el surrealismo, usado con talento, será siempre más realista que cualquier realismo académico.

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