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Documentació

Memoria de cuarentón

Article publicat a “La Vanguardia” el 14/09/2002 per Rosa Maria Piñol

Siendo niños creyeron en Dios por obligación, en la adolescencia creyeron en la revuelta por circunstancias de la vida, en su juventud creyeron en la democracia porque era lo mejor, y ya adultos creyeron en la modernidad porque veían en ella el futuro." Con estas palabras sintetiza Rafael Vallbona (Barcelona, 1960) la trayectoria ideológica de su generación, la de los que han cruzado la barrera de los cuarenta. La de los vivieron la muerte de Franco siendo casi niños y que "jugaron a comunistas y rockeros en manifestaciones y conciertos sin creer demasiado en la transición". El escritor y periodista ha recogido los recuerdos y vivencias de esta generación en el libro Ara que tinc quaranta anys, recién publicado por Edicions 62.

Una crónica sentimental que, pese a ser la suya, el autor no ha querido relatar en primera persona. "He adoptado el punto de vista de narrador testigo y no protagonista porque, aunque hablo de muchas cosas que he vivido, el texto no es el relato de mi vida, sino el de un testigo de mi tiempo", aclaró ayer Vallbona, que presentó el libro "apadrinado" por Sergi Pàmies, con quien comparte profesiones y año de nacimiento. Pàmies ve la obra como "un catálogo de sensaciones comunes, más que un análisis de las contradicciones generacionales"; una relación de recuerdos "en los que muchos de nosotros podemos reconocernos".

La portada del libro incluye los símbolos de tres elementos que, según el autor, han marcado a su generación: el comunismo, las drogas y el dinero. Pàmies señaló que echaba en falta un cuarto signo, el de la cruz católica, porque "la influencia de los curas fue poderosa en gran parte de los niños de nuestra edad". En opinión de este escritor, lo peor que le ha ocurrido a esta generación es que "viniendo de la búsqueda de las grandes verdades, hemos tenido que crear un nuevo gregarismo ya no a partir de ideologías, sino de modas como el rock, las drogas o la gastronomía, y convertir éstas en verdades absolutas". Vallbona corroboró esta visión: "Hemos visto cómo se hundía todo a nuestro alrededor: el muro de Berlín y todo el entramado de partidos comunistas de la Europa occidental... Y hemos contemplado la construcción de nuevos mitos e iconos a los que personalmente no acabo de encontrar demasiado sentido, como el concepto de modernidad, el nuevo diseño, o la gastronomía como mezcla de esnobismo, nuevas fórmulas culturales y misticismo".

Memoria colectiva

Vallbona explicó que no ha querido "explicar batallitas" sino, através de su propia experiencia y de vivencias de muchos de sus amigos, "reconstruir la memoria colectiva" y, a partir de hechos concretos, hacer algunas reflexiones, pero sin presensión de hacer sociología. "Aunque hemos tenido que ir a menudo a contrapelo y hemos vivido experiencias duras, como la muerte de muchos coetáneos a causa de las drogas, debo reconocer que globalmente el balance de estos cuarenta años tampoco es tan negativo -dijo Vallbona-. Algunos siguen haciendo el amor y la guerra como pueden, pero muchos hemos descubierto que, cansados de tanta diáspora sentimental, hemos ido adquiriendo el placer de las pequeñas cosas cotidianas."

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