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Documentació

¿Qué hemos hecho mal?

Article publicat a “La Vanguardia” el 21/05/03 per Julià Guillamon

Javier Cercas y Carlos Ruiz Zafón ocupan los primeros lugares de libros de ficción en catalán. Son traducciones. Para un editor conocido es un síntoma inequívoco: quedan unos veinte mil lectores “del morro fort”, que no quieren leer en español, esos lectores resistentes son los que compran los best sellers traducidos. Le explico mi teoría, que es muy diferente. En cualquier lengua, existen obras de alta calidad destinadas a los amantes de la literatura, y obras de consumo, producidas industrialmente para un público masivo. El nivel cultural es muy bajo, tenemos pocos lectores de literatura y, proporcionalmente, pocos lectores de libro industrial. Pero en cambio existe una franja media. La banda central muy amplia de lectores exigentes, universitarios, que no gustan específicamente de la literatura pero que se interesan por los libros si el tema es atractivo, la trama apasionante, si les aporta informaciones que no conocen y les transmite una sensación de autenticidad. Últimamente, a esos lectores les cuesta encontrar en catalán algo que les llene. Cuenta Llorenç Villalonga en las Falses memòries que en 1940 regresaba en barco de un viaje a Italia. Desde la cubierta, enfocó con los anteojos a una bella desconocida y sintió el clásico “coup de foudre”. Aquella mujer desconocida se parecía extraordinariamente a su esposa Maria Antònia. “¿Es pot dir engany a intentar retrobar l'estimada dins la persona que ens la recorda?”, se preguntaba Villalonga. Es lo que a muchos lectores les ha pasado con las novelas de Cercas y Zafón. Por el tema, el escenario y la trama, Soldados de Salamina y La sombra del viento parecen novelas catalanas. ¿Qué tiene de raro que la gente las prefiera a libros originales que no interesan ni enganchan? Lluís Maria Todó (Barcelona, 1950) es uno de nuestros escritores mejor dotados para recuperar ese espacio de novela civilizada, donde los lectores a los que no atrae la literatura encuentran estímulos para leer. Sus novelas tratan de un veraneo en Camprodon, de flirteos nocturnos, de escuelas progres y grupos “escoltes”. El tema homosexual, omnipresente, sirve de piedra de toque para revelar la hipocresía y los prejuicios de la sociedad. Con estos materiales, se podría construir un gran fresco de la vida catalana desde los sesenta, que hablase del género, pero también del transformismo y del rendismo ideológico, de la búsqueda del bienestar por encima de los valores colectivos. A diferencia de El cant dels adéus, la más ambiciosa y panorámica de las obras de Todó, “Isaac i els dubtes es un libro menor que, por su oportunismo, parece de encargo. Trata de una “colla”, chicos y chicas de dieciséis años. Rafa ha descubierto su homosexualidad (y tiene un novio policía), Isaac y David están en plena exploración. Roser, progre y bailarina, estaría encantada de tener un hijo gay, mientras que el padre de otros de los jóvenes, Lluís, no quiere ni oír hablar del tema. Pase lo que pase nadie se inmuta, la falta de conflicto produce un efecto desconcertante. Los hechos (Isaac se enamora de su profesor, David se acuesta con un bailarín ruso perseguido por la mafia) se abordan con una naturalidad total, como si se tratara de una novela juvenil. Que al fin y al cabo es de lo que se trata: de una novela juvenil, en el límite de la legalidad, un libro didáctico que rompe el tabú y nos enseña a comprender al otro.

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