15è. aniversari (1999 - 2014)
 
 

Documentació

De cómo vivir la vida normal

Article publicat a “La Vanguardia” el 25/04/04 per Josep Maria Fonalleres

Hace una semana, a propósito del libro De com s'escriu una novel·la, Sergi Pàmies llegaba a la conclusión de que Màrius Serra llevaba casi diez años con una novela inacabada en su zurrón (o despacho, o cajón del despacho, o como quieran llamar al baúl de los recuerdos) con el único propósito de escribir un libro a partir de la experiencia de llevar a cuestas una novela inacabada y no saber qué hacer con ella. Es decir: desde 1995 hasta que “La Vanguardia” (el año pasado por estas fechas) promocionó el concurso que invitaba a los lectores a colaborar con Serra en la finalización de la obra, desde entonces y hasta este Sant Jordi, la inconclusa, serpenteante, guadianizada Monocle, todos sus avatares, la vida normal y la otra, los triunfos y los fracasos de Serra, sus alegrías y sus frustraciones, se congregaron en una especie de conjura literaria para dar al fin con esta singular, acongojante pieza. La operación de Serra (me resisto a llamarle Màrius, quizás para disimular la vecindad y para resaltar y objetivar por encima de todo la joya de que les hablo) me recuerda el eterno dilema futbolístico ante determinados goles de bandera. ¿Fue un producto del azar, por ejemplo, el gol de Nayim en aquella final de la Recopa que ganó el Zaragoza? ¿Vio de verdad al portero adelantado y quiso, en consecuencia, conectar ese chut imposible desde medio campo, o acaso sólo pretendió sacarse el balón de encima? ¿O aquel otro de Zidane en la final de Glasgow? ¿Supo en un momento dado que todas las fuerzas de la naturaleza se aliaban para que el centro de Roberto Carlos (que no lo fue: fue sólo un sacarse el balón de encima) se rigiera por la inexcusable necesidad de una volea que sólo podía ser intencionada? ¿Tenía un plan, Serra, cuando empezó a no acabar su novela a medias? Sí y no. Siendo prosaicos tendremos que reconocer que no, que las cosas van como van y que es ahora, al cabo del tiempo, cuando él mismo (y sus lectores) puede darse cuenta de lo poderosa que es la literatura cuando se nos presenta como organizadora del caos. Y sí, tenía un plan, el plan de vivir en la permanente “inseguridad y titubeo” que distingue al artista del insolente, del soberbio, del pagado de sí mismo, de todos aquellos que se parapetan tras la coraza de su divinidad. Asistimos, pues, a ese combate, inaplazable y recurrente, cuerpo a cuerpo, en lucha por pequeñas parcelas de convicción a través de marismas de dudas y, a la vez, descubrimos, en De com s'escriu una novel·la, que no estamos ante unas instrucciones de uso ni ante la petulancia de quien dice tener la llave, sino ante un libro (otra novela), esta vez trenzado con cañas de verdad, bisturí aplicado sin anestesia y sin romanticismo, un libro sobre el dolor, como dijo Pàmies, escrito con la fidelidad del notario pero con la contundencia del humorista, con la certeza del testigo pero con la ensoñación del utópico. Serra se pregunta si “la biografía de una novela va a interesar a alguien”. Me temo que sí. No a los que busquen fórmulas (porque no las hay en ninguna parte), pero sí a los que deseen descubrir cómo se esconde la fortaleza tras la debilidad más extrema, cómo se tejen las horas con y contra la letra, cómo alguien, por unos instantes, contempla la vida normal como la única vida posible.

Tornar