Documentació
Màrius Serra monta una Farsa
Màrius Serra ha montado una Farsa literaria y le han premiado por ello. Farsa: ése es el título de la novela con la que ayer el escritor (Barcelona, 1963) obtuvo el XXVI premio Ramon Llull de literatura catalana, galardón que convoca editorial Planeta y cuya dotación es de 60.100 euros. En la obra ganadora, el autor realiza "una exploración del concepto de identidad a partir de mecanismos satíricos", según explicó Serra anoche, tras recibir el premio durante la tradicional cena celebrada en el hotel Arts. Serra, escritor, crítico literario, conocido enigmista y columnista de "La Vanguardia", concursó al Llull con el seudónimo de Robert Odin y presentó la obra con el título provisional de El Gran Morelli. Nombre y epígrafe en realidad muy relacionados con el relato, cuyo protagonista es un mago catalán cuyo nombre artístico es El Gran Morelli, influido por el trabajo del francés Robert Houdin, "el padre de la prestidigitación moderna", a quien rindió explícito homenaje el famoso mago escapista norteamericano Houdini. La acción principal de Farsa -novela ambiciosa en extensión e intenciones- transcurre en Barcelona en el año 2004, básicamente en dos escenarios: el Fòrum de les Cultures y el Casino. "La novela plantea el tema de la identidad, en especial la europea actual, cada vez más cambiante -explicó Serra-. Mi intención ha sido hablar de la inmigración, pero no de forma realista, sino en tono de literatura especulativa. Creo que es uno de los problemas más radicalmente importantes a los que nos enfrentamos. Mucho más que otros políticamente más ruidosos". El autor evoca en la novela un episodio de mediados del siglo XIX: "La República Francesa envió a Robert Houdin a las colonias de Argelia a demostrar a los naturales del país, mediante sus trucos de magia, que la razón, la civilización racionalista era muy superior a la de ellos. Y lo cierto es que les dejó asombrados, porque creyeron que su poder superaba al de sus brujos". Teniendo muy presente este referente de la época colonial, en el 2004, el protagonista de Farsa, cuyo nombre real es Pep Morell, exhibe su magia en una de las sesiones del Fòrum. "Utiliza el armario de Proteo e introduce en él a un inmigrante sin papeles llamado Sahid, que sale vestido de Armani, hablando un catalán con acento de Osona, cantando el Virolai, totalmente integrado y poseedor de varias targetas de crédito. Pero después es introducido de nuevo en el armario y desaparece. El mago hará desaparecer después a otros inmigrantes, y esto provocará una gran excitación ciudadana", resumió Màrius Serra. El otro escenario de la novela es el Casino de Barcelona, donde reaparecerán los inmigrantes reconvertidos en crupiers y como eje de una trama de misterio que intentarán desentrañar un librero y un ex presidiario. "A través del casino intento plantear una alegoría del mundo occidental, donde lo más importante son los intercambios economicistas", reveló anoche el escritor. "Serra ha construido una sátira feroz sobre el mundo de la inmigración, que es también una comedia mordaz en torno a la ciudad multicultural, solidaria y sostenible, la Barcelona de diseño y de las apariencias", valoró David Castillo, miembro del jurado del Ramon Llull junto con Pere Gimferrer, Gabriel Oliver, Carles Pujol, Antoni Vilanova y Emili Rosales. "El arranque de la novela es espectacular, con la reconversión del inmigrante en un catalán de pro -añadió el crítico-. Pero luego se verá que este número de magia estaba amañado y que el voluntario es en realidad un catalán de origen marroquí reclutado en Vic". Farsa es una novela coral, con una veintena de personajes de peso, según explicó Màrius Serra. "También tiene importancia en la obra el pronombre de primera persona, un yo colectivo, cultural, al que doy la voz del narrador, y que va saltando de un personaje a otro", precisó el novelista, que a través del registro satírico ha vehiculado una serie de reflexiones políticas y sociales. El Màrius Serra amante de los juegos de lenguaje ("verbívoro", como gusta de definirse) también se hace notar en esta obra, en cuya resolución "interviene un juego lingüístico". "La novela podría verse también como un tratado de magia aplicado a la ficción", opinó David Castillo, quien recordó que Serra es aficionado "al juego dentro del juego, a la novela entendida como un artefacto". El escritor premiado comentó, como anécdota curiosa, que le llamó la atención que una de las diez obras finalistas del Llull, El jardí de les Hespèrides, iba firmada con el seudónimo de Sòtades de Maronea, "el nombre real del personaje que inventó los palíndromos", hacia el año 275 antes de Cristo.
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