15è. aniversari (1999 - 2014)
 
 

Documentació

La Barcelona de un gran fabulador

Article publicat a “La Vanguardia” el 29/06/01 per Lilian Neuman

Hay un territorio pasado y perdido. El lector lee y pasan los años, y a veces se sorprende buscando, con nostalgia y desconcierto, un tiempo en que se encontró con aquellos primeros libros que lo hicieron entrar en un mundo más importante y más entero -y diría que más íntegro- que éste. Pues bien, en el laberinto de lecturas, llega ésta, tan entera e inteligentemente imaginativa. Fuera de los límites de este volumen de casi seiscientas páginas, a medida que se lee sin parar, ya no hay nada. Pareciera el final de un laberinto, ¿verdad?

Y a un laberinto entra una madrugada fantasmal de 1945, en Barcelona, un chico llamado Daniel Sempere. Su padre lo ha llevado de la mano por Arc del Teatre, bajo las sombras de un Raval que ya no existe, hacia un portal ruinoso, un cementerio de libros custodiado por un cancerbero anciano e irónico. "La costumbre", le explica su padre, "es que la primera vez que alguien visita este lugar tiene que escoger un libro, el que prefiera, y adoptarlo, asegurándose de que nunca desaparezca, de que siempre permanezca vivo. Es una promesa muy importante, de por vida".

El libro escogido por Daniel -y que deslumbrará a Daniel, y entrará en la vida de Daniel tanto como Daniel entrará en la vida de ese libro- tiene el mismo título, como en "La historia interminable" de Michael Ende, que el del ejemplar que el lector tiene en sus manos, y que ya no es capaz de abandonar, "La sombra del viento", firmado por un tal Julián Carax. Nada se sabe de Carax, ni de su obra. Carax es uno de los tantos olvidados que han ido a parar al cementerio. El fuego y la destrucción -amenaza constante en esta historia- tienen, a los ojos de los desmesurados tiempos de hoy, una más grave significación. La misión de Daniel Sempere es, entre muchos significados, el rescate de una cultura en vías de inmolarse en la banalidad.

"Tu integridad es admirable", le dirá el diablo a Daniel, "sobre todo en esta época de monaguillos y lameculos". Pero antes, la promesa de Daniel ha estado sujeta a los vaivenes de su vida y su edad. De allí que casi la incumpla, que olvide su doloroso anhelo infantil frente al escaparate de una papelería en donde reina una magnífica pluma Montblanc (que fue de Victor Hugo), y se pierda en la ilusión del amor por una joven mayor que él, y a veces en el vacío que le ha dejado la ausencia de su madre. El jovencito Sempere ambiciona un destino más amplio que las cuatro paredes de la modesta librería de su padre, en la calle Santa Anna. Pero allí sigue estando el señor Sempere, en el negocio que luego será Sempere e Hijo, un sitio en donde el librero -¡ay!- era un señor de delantal que se encaramaba en las estanterías en busca del ejemplar exacto. Y por qué no, un cliente despistado podía salir de allí con el ejemplar para siempre, recomendado por un empleado bibliófilo deslenguado, convencido en 1953 de que el Caudillo tiene los días contados, y al tanto de un plan ultrasecreto para secuestrar a Carmen Polo de Franco.

Digresión pura en la misión de Daniel -una gozada para el lector-, pero la historia del misterioso y ya muerto antes de la Guerra Civil Julián Carax ha entrado en la historia de Sempere en los años cincuenta, con extrañas similitudes y ecos, y con creciente tensión narrativa: a Daniel lo espían de inquietante manera y a su aliado bibliófilo -en esta cruzada por desvelar el misterio de Carax- lo amenaza un sanguinario policía del régimen.

La ciudad de posguerra

Con marcado talento en la ejecución de personajes, el autor recrea la ciudad de posguerra con magia visual y, como esa misma ciudad, la habilidad de la trama hace honor a sus recovecos y sus calles fantasmales. Por lo aquí contado, es inevitable la mención de Arturo Pérez-Reverte. Si se me permite, sugiero que el lector se recuerde a sus diecisiete años -la misma edad del joven Sempere, jugando al amor y a la muerte en una tétrica casona abandonada del Tibidabo, la misma edad en que uno creía que los libros eran más reales que la vida- cuando creyó que la enorme casa de Barracas, en donde se inmolaron Fernando y Alejandra, en "Sobre héroes y tumbas", existió en la realidad.

Esta obra, a la vez que cuenta persuasivamente la tragedia de la Guerra Civil, sobre todo en la voz de una mujer, se merece nuestra más rendida y joven ingenuidad.

Los personajes

DANIEL SEMPERE. Hijo de un librero de la calle Santa Anna y propietario, desde 1945, del único ejemplar de una fascinante novela de un desconocido escritor a quien seguirá la pista, arriesgando su vida.

JULIÁN CARAX. Misterioso autor de novelas condenadas al olvido y la destrucción. Se sabe que fue hijo de un sombrerero, y que malvivió en París, antes de la Guerra Civil.

LAÍN COUBERT. Personaje que encarna el diablo en la novela de Julián Carax. Ha salido de la ficción y acecha a Daniel Sempere en la realidad.

GUSTAVO BARCELÓ. Dueño de una librería cavernosa en la calle Ferran, miembro de la flor y nata del gremio de libreros de viejo, con tertulias bibliófilas en Els Quatre Gats. Aunque ha nacido en Caldes de Montbui, afirma ser descendiente de lord Byron. Está seriamente interesado en el ejemplar de Daniel de "La sombra del viento".

FERMÍN ROMERO DE TORRES. Mendigo de gran locuacidad, afirma que ha sido prisionero en los sótanos de Montjuïc por su relevante papel de espía antes de la Guerra Civil. "Yo era el hombre de Macià en La Habana."

JAVIER FUMERO. Mercenario que, al final de la guerra, asciende a policía torturador en los sótanos de Montjuïc.

Tornar