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Article publicat a “La Vanguardia” el 26/01/05 per Xavier Ayén

Rabinad, con su aspecto de viejo lobo de mar, parece recién llegado del islote de los olvidados en ese proceloso océano que es la historia oficial de la literatura. Este barcelonés del Clot -compañero de generación de Carlos Barral, Gil de Biedma, Juan Marsé y García Hortelano- exhibe una encomiable forma narrativa en El hacedor de páginas, su última novela, en la que narra las peripecias de Héctor Tortolero, de profesión sus trabajillos editoriales en la Barcelona franquista. Rabinad, nacido en 1927, habla con un tono de voz humilde pero agudo -a lo Paco Candel-, y explica, como quien no quiere la cosa, que ha ido realizando esta obra de más de 600 páginas en la que alterna múltiples registros, "sin saber qué pretendía, simplemente divirtiéndome". El libro contiene múltiples guiños al mundo editorial, no en vano su autor fue director literario de Seix Barral y ha desempeñado las más variopintas ocupaciones en el mundillo. Ese es también el caso de su protagonista, al que encomiendan la lectura de originales, y en concreto de una novela que se presenta a un denominado premio Satélite. Dicho mecanoscrito se ambienta en la Barcelona de 1936, en la que "dos hombres tratan de redimir su pasado burgués en medio del imperante revanchismo anarquista", y alguien busca el celebérrimo oro de Moscú a partir de las vagas afirmaciones de su padre al respecto. El lector va oscilando de una novela a otra -la que lee Tortolero y la historia de su propia vida-, en un juego que a Rabinad le permite parodiar un estilo "a lo Eduardo Mendoza" y alternarlo con su propia voz, a ratos onírica, a ratos realista o con un toque gótico. ¿Una añagaza para atraer al tiempo al público y a la crítica?, le preguntamos. "Eso quisiera, pero en realidad es un recurso que consigue proporcionarme mucha libertad para jugar", responde. Ese espíritu lúdico y libérrimo es lo que ha motivado que, en ocasiones, aparezcan interpelaciones al lector o que el narrador apunte algunas alternativas estilísticas a lo que se acaba de leer. "Si la novela se me iba hacia algo muy aventurero, por ejemplo cuando en una librería se abre una puerta secreta que conduce a un pasadizo, de repente lo detengo todo y me voy por otro camino". Rabinad, hijo de un encargado portuario fallecido en la Guerra Civil, es autor de obras como Los contactos furtivos (1949), A veces, a esta hora (1965), El niño asombrado (1967), Memento Mori (1989) o la autobiográfica El hombre indigno (2000). Ha traducido a autores como Dostoyevsky o Victor Hugo, y ha escrito el guión de películas como Tiempo de silencio o Libertarias. Ahora prepara una novela ambientada en el siglo XIX y comenta que, con su última obra, "me he fastidiado la vista. Me he tenido que operar de cataratas a causa de las radiaciones maléficas del MacIntosh con que he escrito este libro. Era un ordenador antiguo que me prestó Carmen Balcells, pero la pobre no tiene culpa de nada, porque fui yo el inconsciente, me pasaba más de diez horas diarias sin ningún filtro de pantalla. Es que he escrito demasiadas páginas; imagínese: más de 600 pero multiplicadas por once, que son las veces que he rehecho la novela. ¿Sabe usted el papel que supone eso? Yo sí, porque me lo he guardado para escribir por la otra cara, que los folios son caros".

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