Documentació
Entrevista apareguda a “El Cultural” per Nuria Azancot
“El intelectual se rinde ante el hombre de acción”No deja de ser paradójico que un diarista como Valentí Puig, que sabe que el de los dietarios es género errabundo y disperso, se haya puesto a sistematizar lo que en Josep Pla se habla de escritores y literaturas. Le ha salido a Puig (además poeta y novelista) el lector de diarios que lleva dentro, al que le gustaría recordar siempre donde estaba aquella frase que hablaba de... y que nunca encuentra. Por eso ha buceado con tino en la obra del de Palafrugell, de prosa frugal pero bien condimentada. Por eso ha elaborado el Diccionario Pla de literatura: para no perderse, para no perdérselo.
Pregunta: ¿Por qué ha tardado un año en publicar en castellano su Diccionario Pla?
Respuesta: Traducción, producción, calendario: los designios del olimpo editorial son inescrutables. Lo fundamental es que el lector de Pla en castellano tenga a mano esa guía, su cánon de la literatura y también del escribir como forma de pensar.
P: ¿Hubiera cambiado algo de haber escrito en castellano?
R: Parece que Pla dudó si incorporarse plenamente a la literatura castellana. No sé si es verdad, pero lo cierto es –pese a las catalanadas ex profeso– que su castellano era preciso, sensual, refrescante y cromático.
P: ¿Alguna entrada sorprendente del diccionario?
R: “Corán, El”: tiene una actualidad muy sugerente y permite entender no pocas cosas que están hoy en los titulares. Pla subraya los riesgos que representa el hecho de que en el Islam la religión y el Estado se confundan.
P: Pla, escribe usted, “es el lector anticonvencional”: ¿su Diccionario encontrará lectores a su medida?
R: “Nadie entre aquí si no es un espíritu libre e independiente”, se dice en el pórtico de la obra de Pla. Por eso inquieta a la izquierda convencional, precisamente porque es un conservador inconformista.
P:¿Hemos aprendido a leer?
R: Desaprendemos cada día, a merced de un deterioro tribal del lenguaje, sometidos al zapeo y al mimetismo, a la apócope adolescente y la desarticulación. Necesitamos aprender de nuevo a leer, a poder ser con las viejas cartillas.
P: ¿Se reconocería Pla en el libro?
R: Éste es en un 98 por cien un libro suyo. Mi única aportación es haber leído su obra y he seleccionado sus opiniones y criterios sobre la literatura.
P: ¿Qué echaría de menos?
R: Conocía la literatura clásica con más extensión y hondura de cómo se representa en este diccionario: en muchos casos, leyó pero no dejó escrito nada sobre esa lectura. Por suerte, ahí están Tucídides, la joroba de Leopardi y la tripa de Stendhal como viajante de comercio.
P: ¿Con qué autor es más justo y por qué?
R: Quizás con Maquiavelo, por coincidir en la debida naturaleza de “Realpolitik” que debe aportar quien vivió los crueles episodios del siglo XX, y al mismo tiempo fue capaz de conmoverse por la víctimas del gueto de Varsovia.
P: ¿Y más injusto?
R: Borges. A Pla le exasperaba la literatura de la literatura, porque creía en el realismo sintético. Kafka le resulta insoportable y Rimbaud, ininteligible.
P: ¿Más generoso?
R: Con muchos, con Valéry por ser un espectáculo de la inteligencia pura.
P: ¿Qué joven autor catalán le recomendaría usted?
R: Alguna escritora que no fuera feminista, ni de izquierdas ni independentista.
P: Un año después de que comenzase el nuevo milenio, ¿cree que este siglo parece un poco más razonable que el XX?
R: Andamos entre el pavor y la libertad, incluso a veces en el pavor a la libertad. En todo caso, el teléfono móvil transmite los mismos sentimientos que los tatuajes de las tribus primitivas.
P: ¿Por qué es un anacronismo pedir que vuelvan los sabios y desaparezcan los intelectuales?
R: Con la perspectiva del siglo XX, el intelectual es un propagandista de ideologías y no de ideas. El sabio busca desentrañar la complejidad y el intelectual la simplifica.
P: ¿De qué han sido responsables?
R: Del arraigo y justificación intelectual de los totalitarismos. El intelectual se rinde ante el hombre de acción que le promete llevar a la práctica la aberración de un pensamiento.
P: ¿Porque abundan tanto en España los intelectuales que “van a ver a Marcos para olvidar que en casa tienen criadas con cofia?
R: Es debido en parte al antifranquismo profesional y a que se fiaron de las modas intelectuales de París.
P:¿Qué es la tercera cultura?
R: Suponer que para entender el mundo Hegel no es más necesario que averiguar como opera la genética.
P: ¿Qué consecuencias tendrá, a medio y largo plazo, el 11-S?
R: La desconfianza entre civilizaciones y a la vez el fortalecimiento de las conexiones entre libertad y seguridad.
P: ¿La actual situación internacional confirma que, con la globalización, “los grandes no se comen al pequeño, es el rápido quien se come al lento”?
R: Para bien y para mal: la televisión vía digital crea opinión libre y al mismo tiempo ocurre que cualquier bárbaro puede fabricar una bomba atómica en el sótano de casa.
P: ¿Qué es peor en los intelectuales, la petulancia o la frivolidad?
R: La frivolidad. La petulancia es intrínseca.
P: ¿Y en los políticos?
R: La irresponsabilidad.
P: ¿Y en los periodistas?
R: El contagio de lo mediocre.
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