15è. aniversari (1999 - 2014)
 
 

Documentació

La imaginación frondosa de Porcel

Article aparegut a “La Vanguardia” el 15/02/02 per Julià Guillamón

Tras la aparición en 1999 de los Vuitanta-sis contes de Quim Monzó se suceden las recopilaciones de cuentos y relatos de autores catalanes. Primero fue Moncada. Ahora, Porcel. Al situar materiales de muy distintas épocas en exhaustivas colecciones, surge un perfil bastante exacto del escritor. Porcel, por ejemplo, ha sido un autor inconstante en su relación con el género. Sus épocas de mayor producción corresponden a momentos críticos de su carrera periodística. Los relatos de Baltasar Porcel (Andratx, 1937) son los finos capilares que riegan las extremidades de un cuerpo en el que la sangre mana torrencialmente. Novelas río, periodismo cosmopolita, entrevistas de fondo: bulle la savia por el tronco inabarcable. Los cuentos riegan los tallos más finos, las hojas. Tienen forma fractal. Los retratos literarios, las estampas paisajísticas, las alegorías chinas, afinan, penetran. Raíces y puntas.

Les maniobres de l'amor. Tots els contes, 1958-2001 contiene una larga serie de narraciones que se publicaron en "La Vanguardia" cuando las altas instancias del régimen (¿el Ministerio de Información y Turismo?) le querían lejos de la actualidad. Otros me los imagino vinculados a experiencias personales, casi como poemas de amor. Con "El gran galiot" o "Estimada Aurora" entramos hasta la cocina de Difunts sota els ametllers en flor (1970) y Lola i els peixos morts (1994). Más que reelaborarlos o reescribirlos, lo que ha hecho Porcel es situarlos en el horizonte más vasto de la novela. La fronda rizada del helecho es igual a la planta entera, y viceversa. En otra ocasión Porcel tomó sus novelas, desgajó los cuentos que subyacen en ellas y confeccionó un libro de relatos, Molts paradisos perduts (1993).

El título, Les maniobres de l'amor, remite a una vieja película de René Clair (Les grandes manoeuvres, la historia de un oficial de caballería que se toma por un don Juan, el juego acaba en trágico romance). El conjunto se estructura en tres bloques (sexo y amor, cuentos chinos, Andratx). Dentro de cada uno se ha seguido un orden inverso, como en aquella novela de Martin Amis, "Flecha en el tiempo", en la que el protagonista transita de la vejez a la juventud, en un laberinto temporal que invita a explorar la naturaleza del pasado. Estas son, me parece a mí, las claves.

MECANISMOS INEXORABLES. "Qualsevol persona és capaç de portar a terme la més gran putada", afirma el sargento Benet Ripoll. Hay en la literatura de Porcel una desconfianza de base hacia las proclamas humanitarias. El mundo está gobernado por mecanismos inexorables y atávicos que convierten al hombre en una respuesta matemática.

EL YO LABERÍNTICO. En una época de crecimiento colectivo -los setenta-, los personajes de Porcel aspiran a encontrar una vía de liberación personal al margen de credos e ideologías. A través de los viajes, la exploración del pasado y sobre todo del amor, la creación de la imagen femenina que sólo existe en el corazón y en la mente del que ama.

CLEMENCIA Y "FOLLAMENTA". Mujeres que exhalan "el baf de la follera", suecas gigantescas con senos como frutas goteantes. En la imaginación de los casados, jóvenes arrodilladas "pidolen clemència i follamenta". La desbocada sexualidad, la exaltación de las vísceras, retornan al hombre a lo más primitivo.

LA VISITA A LA VIEJA DAMA. La belleza enigmática, la emperatriz, aparece en muchos de los cuentos. La vieja dama encarna la felicidad perdida, el sueño magnificado de cuando se es joven, que el narrador, en la madurez, aspira a convertir en permanencia.

EL CATACLISMO DE LA VEJEZ. La crónica del tiempo opaco sin futuro, el cataclismo de la vejez y de la historia. Es curioso: los viejos hacen los mismos gestos que cuando eran jóvenes, pero sin espontaneidad, sin gracia. La cabalgada romántica, si existió realmente, terminará en arresto domiciliario.

EL VIAJE INTERIOR. Capri, Suez, Tánger, Marsella, Pekín: Porcel se asoma al gran mundo, evoca leyendas, desorbitados y remotos acontecimientos. El cuento viajero modela la personalidad del cronista: "Jo, almenys, només he matat merles, només vaig aprendre a revestir-me de paraules".

AGUAS ESTANCADAS. Porcel se baña en las aguas corrompidas de la imaginación gótica. El paisaje tumefacto reproduce la descomposición interior de los personajes de "L'home nou" o de "Ciril d'Alexandria". El alcohol que traguean no es fuego: es una forma de acceder "a la terbolesa com un estadi fangós" que se asocia a las aguas muertas.

UN HÉROE INCENDIARIO. Ansioso de desastre y de muerte, el incendiario expresa la necesidad de destrucción que subyace en lo humano. Presa fácil del terror histérico, la señorita Munar flambea la bencina. En "El balneari" el fuego devasta hasta las mismas aguas.

CARRETERAS SECUNDARIAS. Los cuentos de ambiente chino admiten una reflexión sobre el poder y la tiranía en el contexto de la transición política, pero el militar enfrentado al poeta, el médico frente al alquimista, la extraña y sugerente espiritualidad de la viuda Txing desbordan las lecturas de época.

INFAMIAS, INQUISICIONES. Desde finales de los sesenta, Porcel saca a relucir documentos sensacionales para reconstruir disputas teológicas, dirimir en el tema del traidor y del héroe o desvelar la lógica apabullante del fraude histórico. El erudito Àngel Arrom, con sus casposos estudios sobre los temas más extravagantes, es la contraimagen guasona de este Porcel erudito.

HACE CALOR. Algunos cuentos proponen estilizados ejercicios de crítica. "Agamèmnon i Erika a Micenes" propone una lectura de la orestiada, que arrincona las razones filológicas en favor del temperamento y el clima. "Erika amb Delacroix" yuxtapone el amor a las mujeres y el amor a los cuadros. En la vida, dice Porcel, el arte es más importante que las pasiones.

LA NEURÓTICA FAMILIA. Remotos asesinos, cadáveres que se retuercen entre las raíces de un viejo encinar. Los "andritxols" actúan en función de un pasado que no ha prescrito. Exploración contumaz de lo que se oculta bajo la apariencia de las cosas, en la trastienda de la historia, y de la propia historia.

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