Documentació
Article publicat a “La Vanguardia” el 01/06/01 per Rosa Maria Pinyol
Teresa Pàmies rompió ayer la tradición, establecida por Òmnium Cultural en los últimos años, de mantener, a las 5 de la tarde, un encuentro con la prensa previo a la entrega del Premi d'Honor de les Lletres Catalanes. A aquella hora tenía que ver a sus nietos y nadie pudo convencerla de que hubiera algo más importante que su deber de abuela. De todos modos, la flamante ganadora del galardón compareció más tarde ante los medios. Teresa Pàmies (Balaguer, 1919) es -después de Mercè Rodoreda- la segunda mujer distinguida con este premio. El miembro del jurado Jordi Sarsanedas reconoció que era escandaloso que en el palmarés no figuraran autoras como M. Aurèlia Capmany o Montserrat Roig. Como también el haber perdido la oportunidad de premiar a Ferran Soldevila o a Josep Carner. Es una lástima que no se haya premiado a más mujeres. La correlación es injusta -dijo Teresa Pàmies-. Pero no creo que sea premeditado. Es un reflejo de nuestra sociedad. Personalmente, dijo sentirse satisfecha por la distinción por lo que el premio significa para la sociedad catalana y porque en la relación de premiados está en compañía de autores a los que quise mucho, como Calders. Ya refiriéndose a su obra literaria, la escritora reconoció que ha estado condicionada por experiencias vitales como la Guerra Civil, el exilio y el regreso al país antes de que los que ganaron la guerra fueran expulsados. Mi obra refleja todo eso, es como un testimonio -añadió-. Tengo la pretensión de haber sido una cronista eficaz de mi tiempo, porque mi obra efectivamente ha sido muy leída. El feminismo es otra constante en la literatura de la autora. Es verdad. Aunque al principio, como militante de izquierdas, tuve una cierta reserva contra el feminismo, porque creía que contribuir a su causa debilitaba la clase obrera. Ahora pienso que luchar por la igualdad y contra la discriminación por razón de sexo es una actuación revolucionaria que interesa también al movimiento obrero.
PRIMERA MUJER EN 21 AÑOS
El Premi d'Honor había recaído hasta ayer en una única mujer (Mercè Rodoreda, 1980). Veintiún años después, ayer, fue para Teresa Pàmies, que se hizo con la trigésima tercera edición, convirtiéndose en segunda fémina del palmarés. A los responsables del Premi d'Honor no parece haberles preocupado este desequilibrio genérico y, año tras año, perdieron la oportunidad de distinguir a meritorias figuras -hoy ya fallecidas- como Maria Aurèlia Capmany, M. Àngels Anglada o Carme Serrallonga.
NACIONALISMO
¿Qué puedo tener en común con Òmnium?, se preguntaría ayer Pàmies. Es evidente que sólo comparten el nacionalismo, y aun desde enfoques distintos, ya que la ideología comunista de la autora la sitúa en las antípodas de la línea de la entidad.
OPINIONES CRÍTICAS
Pàmies ha manifestado algunas veces opiniones críticas sobre los veredictos del Premi d'Honor, en especial para lamentar que fueran orillados personajes como Carner o Pla.
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