Documentació
Entrevista a “La Vanguardia” a cura de Rosa Maria Piñol el 24/09/00
El próximo jueves, la editorial Quaderns Crema pondrá a la venta el L'últim llibre de Sergi Pàmies, nueve narraciones (una de ellas extensa) que proponen diversas reflexiones en las que pueden detectarse el desconcierto vital y, en muchos casos, el miedo a la muerte. Es un libro deliberadamente breve, pero intenso, salpicado con la visión irónica característica del escritor.
RMP. Espero que el título de su libro no deba interpretarse como un adiós a la escena literaria.
SP. No, no lo es. Opté por este epígrafe, en parte para llamar la atención sobre la desaparición de los títulos. Los libros, como las películas o los discos, son cada vez más un producto industrial y su nombre ya no es importante. La gente dice "Voy a ver la del productor de ŒMatrix‚", "Déme la última novela de Marsé" o "Me encanta el disco blanco de los Beatles"... Pero también he querido desacralizar el título, desmitificarlo. En la práctica, se trata del "último libro de Sergi Pàmies". Además, creo que es el título que responde más a la realidad de todos los que he puesto. Y todavía hay otro motivo: ya que nos amenazan con que el libro desaparecerá deglutido por la voraz Internet, yo escribo el último.
RMP. Aborda temas cada vez más serios. ¿Cumplir 40 años le hace ser más trascendente?
SP. No, trascendente no. Pero yo siempre me he basado en la realidad que me rodea. Al principio trabajé como contable en una empresa de muebles y mis libros se inspiraban en vivencias y personajes de allí. En "La primera pedra" reflejé algo que había observado: que hay muchas personas que hacen de suplentes de otras. En los últimos años, veo que a muchas personas de mi entorno se les mueren los padres o los hermanos, otros tienen hijos enfermos... Y escribo sobre algunas de estas cosas, a modo de exorcismo. Antes de que me ocurran a mí, imagino qué pasaría si me sucedieran. Y tal vez si las viviera, sería incapaz de escribirlas.
RMP.¿Es la muerte el factor común de estas narraciones?
SP. Más bien el miedo a la muerte. Hay una unidad de tono anímica. Ya no hay ternura ni melancolía. Ahora hay miedo a lo que acecha, a lo que pueda ocurrir, a la muerte. E intento reflejarlo con los detalles cotidianos. Sin ser trascendente. Aunque tampoco frívolo.
RMP. Parece que en sus dos últimos libros hay más dureza temática que en los anteriores.
SP. Hay menos elementos de juego literario. La literatura no me sirve tanto para divertirme como para explicarme. Antes desarrollaba una idea con total distanciamiento. Ahora mezclo elementos de ficción y aspectos autobiográficos. Cada vez más escribo sólo cuando lo necesito. Antes tenía más tiempo, y cuando tenía una tarde tonta me ponía a escribir. Ahora sólo lo hago cuando siento necesidad. Y es un buen proceso de filtro, porque me ahorra la experimentación.
RMP. ¿Es la madurez lo que le lleva a interrogarse sobre la vejez, la demencia o la enfermedad en relatos como "El futur" o "El preu"?
SP. Esto responde a un momento generacional. No es estrictamente biográfico, sino que se basa en experiencias de personas interpuestas. Los americanos han bautizado acertadamente como "sandwich generation" a la gente de mediana edad que se encuentra atrapada entre cuidar de sus hijos y ocuparse de sus padres ancianos y enfermos. En algunos cuentos lo reflejo un poco. Simplemente, porque son los temas de conversación con mis amigos.
RMP . En "Les dues cares de la moneda" propone una reflexión sobre el proceso creativo y juega con los tópicos que utiliza cierta crítica.
SP. Sí. En "La gran novel·la sobre Barcelona" ya había un cuento dedicado al proceso creativo. Se titulaba "Deu paràgrafs". Aquí me ha interesado mostrar cómo pueden influir en lo que estás escribiendo los elementos externos. Por ejemplo, que en pleno trabajo llame a la puerta un empleado de la compañía del gas puede hacerte variar algún aspecto del argumento. Las decisiones literarias son frágiles.
RMP. En su libro afirma su voluntad de "escribir, aunque sea una novela que se muere, aunque sea en una lengua moribunda". ¿Cree realmente que el catalán se está muriendo?
SP.Si yo no fuera catalán, sino danés, diría lo mismo. Por eso incluyo los versos de Màrius Sampere "Com m'agrada escriure en una llengua que diuen que es mor". Creo que todos escribimos en una lengua que se está muriendo. Aunque unos más que otros. Lo mío es una especie de ramalazo de protesta, una no aceptación de esta agonía. Aunque no niego que el catalán quizá se esté muriendo, como tantas otras cosas: como el Mediterráneo, o como los sitios en los que hacen croquetas decentes. El catalán se muere, la novela se muere, pero yo he ido al médico y me ha dicho que estoy bien. O sea que no hay para tanto. Lo paradójico es que tanto el catalán como la novela me sobrevivirán.
RMP. Usted escribe para la prensa en castellano. ¿Se ha planteado en algún momento hacer literatura en esta lengua?
SP. Soy un escritor bilingüe, porque cuando escribo para los medios de comunicación lo hago en castellano. Y no descarto que algún día pueda escribir una novela en esta lengua. Como tampoco puedo descartar que algún día pueda operarme para cambiar de sexo, por ejemplo.
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