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Documentació

Una historia en clave mítica

Article aparegut a “La Vanguardia” el 10/07/2002 per Jordi Llavina

Maria-Antònia Oliver (Manacor, 1941) publicó por primera vez Crineres de foc en 1985. Consciente de que era, y sigue siendo, su novela más ambiciosa, la autora de Cròniques d´un mig estiu quiso depurarla: un tijeretazo por aquí, algunos retoques por allá. La versión que publica ahora Edicions 62 se da, pues, por definitiva.

A poco de nacer Estel en la suntuosa mansión familiar, empiezan a llegar y a asentarse cerca de la casa grupos nómadas que provienen de varios países con nombres de vientos. Constituyen un pueblo en ciernes, una especie de desbandada humana que busca su tierra de promisión para echar raíces de una vez por todas. Dos fuerzas opuestas gobiernan el destino del mundo: por un lado los Fucs (fuerzas adversas y malhadadas), y, por otro, las Guimes. El nuevo pueblo se distingue de los demás porque sus habitantes nacen con “crines de fuego”. En el curso de su construcción no existen problemas; a partir del momento en que ya se le puede nombrar (el Claper) surgen las desavenencias.

Oliver construye su novela como un gran mito: nada se nos indica acerca del tiempo en que transcurre la acción, dado que se trata de un tiempo fuera del tiempo. Ni media palabra tampoco sobre la ubicación: se trata de un pueblo, de un país, que puede ser todos los pueblos y países del mundo. En el molde estructural mítico, la autora da cabida a muchos pequeños mitos, a veces de tradición autóctona, otras meramente inventados. Por un lado está la mansión familiar, el gran casal; por el otro, el pueblo fundado en sus inmediaciones, el Claper. Los personajes de este último tienen una catadura mucho más mítica, en tanto que se les nombra con designaciones alusivas, arquetípicas. Encarnan las pasiones humanas más irreductibles (ambición de poder y vocación de mando, muy bien representadas).

En Crineres de foc he leído algunas de las páginas más estremecedoramente bellas de Oliver. Aun así, la narración adolece de cierta morosidad, de un ritmo demasiado cansino. Los pasajes correspondientes a la familia se leen mucho mejor que los que nos refieren la vida del pueblo, mucho más abstractos. A pesar de una estructura y de un “dramatis personae” tan deliberadamente míticos, Crineres de foc es una novela de plena actualidad: las migraciones de población, los problemas de identidad, la confrontación de civilizaciones o la otredad son algunos de los asuntos que Oliver nos sirve por medio de un estilo de resonancias proféticas, sensual sin llegar a empalagar y sólido como un buen poema de fundación de una civilización. Que de eso se trata.

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