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Documentació

Erec y Enide

Article publicat a “El Mundo” el 03/04/02 per Joaquin Marco

Con Erec y Enide, título de la primera novela de Chrétien de Troyes, narrador francés en verso del siglo XII, el prolífico Manuel Vázquez Montalbán ha elaborado una obra de considerable complejidad técnica, pese a su apariencia simple.

Conviven en ella varias tramas que confluyen en un desenlace sin estridencias que resulta lo mejor del relato. Como su antecesora, también es novela amorosa, aunque su tema principal es la decrepitud humana, la enfermedad, la crueldad, la pérdida de horizontes vitales: el desengaño. Por lo menos coexisten cuatro hilos conductores. El protagonista que los ensambla es Julio Matasanz, un catedrático medievalista, discípulo de Martín de Riquer en la Universidad de Barcelona. No en vano, Manuel Vázquez Montalbán, en su juventud, cursó los estudios de Filología Románica, que alternó con los de periodismo, y asistió a las clases de Riquer (personaje que aparece en el relato, así como algunos de sus discípulos) sobre la llamada materia de Bretaña y Chrétien de Troyes, una de sus múltiples especialidades. Homenajeado en Galicia, al habérsele concedido el Premio Carlomagno, ya al filo de la jubilación, se reencuentra con Myrna, fiel amante durante decenios, aunque tan sólo, como colega, tal relación se mantuvo gracias a los encuentros y congresos de especialistas. Myrna va a convertirse en la voz de su conciencia y del fracaso (el de ambos), pese al éxito aparente del maestro.

Madrona, su mujer, procede de la burguesía catalana más rancia, aunque resulta el personaje más libre y auténtico del conjunto. Conocerá en un gimnasio de moda a una mujer, Dora, que se interfiere en las escasas horas en las que transcurre el tiempo interno del relato. Es aparentemente una mujer maltratada por su esposo, aunque tras ello se oculte una oscura historia en la que participará su cuñado, un industrial de renombre. El triángulo amoroso, preparado como trampa por la aparente –y real– víctima, le permitirá al autor merodear por la condición femenina, la violencia doméstica y el matrimonio. La joven, un alter ego femenino del Pijoaparte de Marsé, hubiera podido merecer más atención.

A la alternancia de acciones, situadas en Galicia y en Barcelona, utilizando el recurso del recuerdo para trasladarnos a diversos tiempos históricos, conviene añadir las peripecias de Pedro y Myriam, un médico y una enfermera en América Central. Perseguidos por los paramilitares, ayudados, en plena selva, por un estrambótico personaje, acabarán participando en la cena navideña que Madrona prepara en su casa. Matasanz, en los umbrales de la vejez, añorará las 45 mujeres que pasaron por su vida (44 en la página 172), pero buscará, tras el abandono definitivo de Myrna, el ya tardío calor de Madrona, del hogar y hasta de sus sobrinos, lejos ideológicamente del siempre galardonado. Pedro, “un santo laico” y Myriam, “su comisario político”, conseguirán regresar al hogar, tras tantas peripecias en las que son asesinados dos jesuitas partidarios de la teología de la liberación, y no sin escepticismo sobre las posibilidades de las ONG. Myriam descubre que está embarazada y flota en el aire la posibilidad de un regreso e integración definitiva en su auténtico medio social.

Vázquez Montalbán permite deducir algunas claves éticas, pero se muestra más escéptico y crítico sobre el mundo posterior al 11-S. No faltan los análisis de actualidad, ni, para sus admiradores, determinadas claves. Se reproduce, fragmentada, la conferencia que pronunciará el profesor en su Homenaje, un alarde de documentación. Tratará, cómo no, de Erec y Enide, el texto de Chrétien y entre sus líneas podremos descubrir una de las tesis de la novela: “Marie de Champagne, protectora de Chrétien de Troyes y animadora de una corte de amor, ante la pregunta: ¿Puede existir el verdadero amor entre personas casadas?, dijo, insisto, en el siglo XII ‘digamos y afirmemos que el amor no puede extender sus derechos sobre personas casadas. Los amantes se lo dan todo, recíproca y gratuitamente sin verse forzados por algún motivo de necesidad, mientras que los esposos están obligados, por deber, a sufrir recíprocamente el uno la voluntad del otro y a no rechazar nada el uno al otro...’ Repito que tanto la opinión de Marie de Champagne, como la curiosa interpretación de las leyes de caballería que transmite Erec y Enide, proceden del siglo XII, cuando en Europa se empezaba a edificar el edificio de la razón y la libertad’”. Pero serán diversas las clases de amor en la pareja, algunas explícitas, no siempre basados en el erotismo, que podremos advertir en estas páginas. Insalvable, planea sobre ellas el tema del tiempo. Enemigo de prestigios y amantes, convierte en fracasos las acciones. Melancólica, simbólica, formada por retazos que adivinamos autobiográficos, desengañada sin caer en el pesimismo, metaliteratura, Erec y Enide demuestra el dominio técnico narrativo de Vázquez Montalbán, al margen de la novela de género por la que resulta más popular.

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