Documentació
Ana María Matute: «Se están cargando toda la literatura infantil»
Ana María Matute no quiso leer ayer una sesuda conferencia en el curso de la Complutense «Libros para el tercer milenio» que se celebra en El Escorial. La académica prefirió pasear por sus lecturas y sus obras sin orden pero con mucho concierto: «Se estan cargando toda la literatura infantil -denunció-. Los niños no leen porque les están dando libros políticamente correctos».
Ana María Matute paseó por sus lecturas en los cursos de la Complutense. ABC
El profesor de lengua y literatura Javier Polo Alba fue el encargado de encarrilar ayer los recuerdos literarios de Ana María Matute, a través de una serie de preguntas a la que más tarde se sumaron las de muchos de los participantes del curso.
«La literatura para mí, y no quiero ser grandilocuente ni solemne, ha sido mi salvación —confesó Matute—. De niña tenía un problema tremendo con la tartamudez e iba a un colegio de monjas, ligeramente espantosas, donde ser tartamuda era un pecado que habíamos heredado de Adán y Eva. Entonces encontré al gran amigo que era Andersen y todo cambió, me refugié en la literatura. Empecé a escribir, con mejor o peor fortuna, y continúo haciéndolo. Si estoy en un bosque soy un árbol. Y yo soy, buena o mala, literatura».
La académica quiso citar también algunas de las obras que más la habían marcado —«Ana Karenina», «Los hermanos Karamazov», «La isla del tesoro», «A la busca del tiempo perdido», «Romeo y Julieta», «Cumbres borrascosas»...— y quiso dedicarle un capítulo especial a los cuentos de hadas «que nunca fueron para niños aunque luego los niños, más inteligentes que los adultos, los adoptaran. Te hacen pensar y te ponen en un camino bueno para vivir».
Así, la escritora ve en «Pulgarcito» o en «Hansel y Gretel» «la representación del hambre que se pasaba antes y que llevaba a los padres a abandonar a sus hijos en el bosque antes que verlos morir de inanición». En «La bella durmiento» reconoce «a la mujer dormida siempre; esperando que venga el príncipe azul que la despierte y, encima, se vaya a la guerra. El cuento no termina cuando se despierta sino cuando llega al castillo y se encuentra con la suegra, con la vida que le espera».
«Los cuentos —afirmó la autora de “Olvidado rey Gudú”— son muy recomendables para los niños, como los clásicos griegos, que les forman un fondo de cultura que no se pierde nunca. Pero se están cargando toda la literatura infantil. Los niños no leen porque les están dando libros políticamente correctos».
Sobre su propia obra la escritora reconoció que hay en ella elementos a los que recurre una y otra vez, muchas veces inconscientemente, como la huída, la búsqueda de algo mejor, a lo que ella llama «Santo Grial», y la muerte: «Confieso que tengo verdadero miedo de morirme. La gente no tiene nada que ver con su cadáver. Me pregunto dónde están, dónde han ido. No puedo aceptar que todo acabe: nuestro sueños y deseos deben ir a alguna parte, porque si no es como si no hubiéramos vivido».
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