15è. aniversari (1999 - 2014)
 
 

Documentació

Entrevista publicada a “El País” 25/06/00 a Ana María Matute a cura de Karmentxu Marín.

A sus 75 años, la única mujer que, hoy por hoy, se sienta en la Academia tiene un pelo bellísimo en su blancura y unas manos huesudas que llevan catorce lustros contando historias. Aficionada a la carpintería y la ferretería, le apasiona, sobre todo, "leer, leer y leer". También el cine, la música y "vivir, estar con amigos, tomar copas, hablar y soñar".

KM. Tiene usted pinta de ancianita bondadosa y compuesta.

AMM. Compuesta y sin novio.

KM. ¿Qué hay debajo?

AMM. Yo siempre he sido igual, de joven y de vieja. Lo que pasa es que el estuche exterior corresponde al físico. Pero el interior siempre ha sido el mismo: una mujer inconformista y, en mis épocas, rebelde. Ahora, la rebeldía me da mucha pereza.

KM. Dice que no escribe para vender. Pero no parece que pueda quejarse.

AMM. Nunca he escrito para vender, sino para comunicar. Si vendo, me parece muy bien y muy sorprendente, porque eso significa que hay mucha gente que me sigue y, sobre todo, que me comprende.

KM. ¿Qué hay de su proverbial timidez?

AMM. Ya ves. Continúa.

KM. De pequeña, le encantaba que la metieran en el cuarto oscuro. Ya era rarita.

AMM. Siempre he sido rarita y creo que, hasta cierto punto, lo sigo siendo. Pero eso que me mortificaba mucho antes, ahora me da igual. Me gustaba el cuarto oscuro, porque me lo pasaba muy bien.

KM. No más rarita por eso que por empezar a escribir cuentos a los cinco años.

AMM. No es muy habitual. Yo lo hacía porque, si no arranco a escribir, reviento. Si el mundo no me aceptaba, yo me lo tenía que inventar.

KM. ¿Cuál es la mayor maldad que recuerda de sus monjas de las Damas Negras?

AMM. Reírse de que yo era tartamuda.

KM. ¿Por qué la crueldad está tan presente en sus libros?

AMM. Porque la he vivido muy de cerca. Y no hablo solamente de mí, porque todo lo que nos rodea forma parte de nuestra vida. Y cuando yo veo esa crueldad, ese egoísmo, esa maldad contra cantidad de gente que no tiene voz para expresarse, para defenderse..., eso me exaspera.

KM. En el bosque, tema central de su obra, ¿hay más lobos o más Caperucitas?

AMM. Las Caperucitas son imbéciles. Para mí no tienen ningún interés. Los lobos, sí. Yo tengo una idea del lobo y de Caperucita que se desmarca de los freudianos. El lobo es un ser que me gusta. Yo me siento un lobo estepario.

KM. Usted dice haber visto hadas, gnomos, ángeles. ¿Se ha encontrado con alguien normal?

AMM. Lo triste es que me he encontrado siempre con gente normal entre comillas.

KM. "Comprendo mejor a un trasgo que a un banquero". ¿Qué ventajas tiene el trasgo?

AMM. No sé si tiene ventajas o desventajas. Lo único que sé es que entiendo su mundo. Los banqueros, con excepciones honrosas -no me vayan a negar ahora créditos-, no son inteligibles para mí.

KM. ¿Está usted segura de ser un caballero de la Tabla Redonda frustrado?

AMM. ¡Ah! ¿Lo he dicho? Pues ahora pienso que quizá sí, pero sin la brutalidad.

KM. ¿Quién sería su rey Arturo?

AMM. ¡Yo!

KM. Se apunta a todo.

AMM. Todo junto. Y Ginebra. Y Lancelot. También sir Gawain. Y, sobre todo, Galahad.

KM. ¿El grial existe, o su búsqueda es ya un fin es sí misma?

AMM. Seguramente debe de existir, puesto que todo el mundo, sabiéndolo o no, va en su busca.

KM. ¿En la Real Academia hay servicios de señoras?

AMM. Ni de señores ni de señoras. Hay servicios unisex, porque éstos no son nada machistas.

KM. Los hombres y usted visitan el mismo sitio.

AMM. Hay varios, todos están muy bien y no hay problema. Yo siempre que he ido estaba sola... Además, no creas que van todos allí con ganas de hacer pipí.

KM. ¿Qué queda tras una existencia de francotiradora?

AMM. Pues la satisfacción de no haber claudicado nunca ante nada ni ante nadie, ni ante usos, costumbres, políticas y regímenes.

KM. ¿El sentido del humor la ha ayudado a sobrevivir?

AMM. Por supuesto. El sentido del humor y reírme de mí misma. El que no se sabe reír de sí mismo va dado.

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