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Documentació

Matute: «Si a los niños se les seduce con historias, se apartarán de la televisión»

Entrevista al diari “ABC” publicada el 23/08/02 per Emilia Ruíz Martínez

«En el bosque. Defensa de la fantasía» fue el discurso con el que Ana María Matute ingresó en la Real Academia Española; allí demostró que ella es una contadora de historias. Su bosque es «el mundo de la imaginación, de la fantasía y del ensueño»; sus cuentos y sus sueños son protegidos por la infancia y la memoria. Para ella, no hay Literatura sin una memoria transformada por el tiempo; desde éste en el que ahora vive observa su pasado creativo, piensa en los libros que aún están por venir y nos invita a «esos otros mundos que hay en éste».

-¿Cree que en la infancia surge la potencialidad de la lectura?

-Creo que todo viene de la infancia. Esos años nos marcan de una manera tremenda, también en el aspecto literario. Mi trayectoria como escritora empezó a una edad muy temprana. Ahora va a salir un libro con una recopilación de los cuentos que escribí de los 5 a los 14 años. No podía reprimirlo. Para los niños de ahora, de la sociedad tecnológica, han cambiado sólo las formas, porque, en realidad, si se les seduce con historias se apartarán de la televisión. Lo que pasa es que los niños no están enseñados. Las escuelas confunden niños con tontos y no lo son. Hay que darles la sensación de que leer no es un castigo ni un deber, sino un placer. Si el niño entiende esto se convierte en un lector compulsivo, como yo.

-¿Sigue al otro lado del espejo?

-Siempre he estado al otro lado del espejo, aunque a veces éste se haya roto. Con las aventuras de Alicia en A través del espejo descubrí que mi mundo estaba al otro lado, desde los olores a los colores. Las cosas se atraviesan o no se atraviesan; la imaginación es la que nos conduce.

-Usted ha dicho que la visión del primer muerto le hizo abrir los ojos al mundo. ¿Se empieza a abandonar entonces la infancia?

-Sí, la infancia se empieza a abandonar en cualquier momento. No sabes ni cómo ni cuándo. Hay niños que la abandonan a los 5 años y hay viejos como yo que no la han abandonado nunca.

-¿Cree, como Abel Posse, que en los momentos terribles el libro es «el gran amigo»?

-Por supuesto, siempre. El gran amigo de mi infancia, de mi juventud y de mi decrepitud fue el libro. ¿Cómo puede ser que a alguien no le guste leer? ¿No se dan cuenta de lo que se pierden? Y es porque, de niños, no los han enseñado. ¡Les hacen leer cada cosa! Yo he visto llorar a un niño porque en el colegio le habían obligado a leer El Buscón. Eso es un atentado contra la cultura, porque estos niños necesitan otra cosa a esa edad.

-¿Cree que las infancias se han transformado en las nuevas generaciones?

-Las infancias no; los modos de vivir sí. Ahora los niños no son como en la Edad Media; tienen Internet y otras muchas cosas. Pero no creo que esta sociedad tecnológica haya acabado con la imaginación, porque todavía hay niños que conservan la fantasía. El niño, cuando se le da todo hecho, no tiene que hacer ningún esfuerzo en imaginar lo que le ofrecen. Esto sí me parece grave. Yo me lo imaginaba todo; veía a mis personajes. Ahora parece imposible.

-¿Seguirán paseándose por sus libros esos personajes legendarios?

-Pese a lo que dicen, en mis libros no se han paseado los duendes y las hadas. Mis libros son mágicos, aunque también son realistas y muy crueles. La imaginación y la fantasía viven tanto en ellos como en mí.

-Ese realismo ¿impregna la escritura de dolor?

-Escribir es muy difícil. No es sentarse a expresar cosas. Cuesta sangre. Llevo muchos años escribiendo y, cada vez, en vez de hacerlo mejor, me cuesta más.

-¿Qué libro está escribiendo?

-He empezado mi último libro. Se llama Paraíso inhabitado y estoy deseando terminarlo. No hay ningún paraíso; todos están deshabitados.

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