Documentació
Masoliver Ródenas publica su poemario más desesperanzado
"Uno se eleva hacia el placer y el goce pero en realidad se encuentra que está cayendo hacia el vacío." Si los libros de poemas se pudieran resumir, esa sería la esencia de La memoria sin tregua, el poemario que acaba de publicar J. A. Masoliver Ródenas, y que recoge la visión "más unitaria, lacónica y desesperanzada" de este implacable crítico literario de "La Vanguardia", que aquí intenta "ofrecer un autoanálisis de mi vida -coincidente con la del lector-, utilizando el paisaje y el cuerpo femenino".
"El libro -explica Masoliver- está dividido en seis secciones. La primera es una reflexión sobre la palabra. En la segunda, aparecen experiencias con mujeres. En la tercera, esas experiencias aparentemente luminosas se convierten en algo amargo, se revelan desoladoras. La cuarta parte está dedicada a mi casa de Altea, y es rejuvenecedora. La quinta sección es mucho más variada e incluye temas políticos, sobre Argentina, algo que nunca había tratado. La sexta es un epílogo que concluye con un verso que será el primero de mi próximo poemario."
¿De dónde proviene su obsesión por nalgas, esfínteres y pechos femeninos?, le preguntamos. "No soy nada original en mis pensamientos; si todo el mundo se desnudase como yo hago, le saldrían estas cosas." ¿La escatología también? "¡Claro! El mismo Joyce buscaba los esfínteres en las esculturas de Dublín. La pasión escatológica es algo que se da en la infancia y en la demencia senil. Los adultos hemos reprimido ferozmente esta atracción, con la excepción tal vez de los mexicanos, que viven en una sociedad muy fecal. Hurgar en la mierda no es más que hurgar en lo humano. Por eso tanta gente escribe mientras defeca. Matizo que, a diferencia de Gimferrer, yo no me baso en experiencias reales."
Masoliver se preocupa por "la lectura del pasado, por el momento en que escribí sobre él, y por cómo lo veo ahora, lo cruel que fue entonces todo y lo cruel que vuelve a ser revisitarlo. La memoria es siempre imaginación. Uno quisiera encontrar esa tregua que titula el libro, pero no es posible" porque, como dice el libro, "el corazón / regresa al dolor / como buscan la oscuridad / los peces ciegos (...) / Y yo sucumbo al pozo / y a su lodo".
Entre sus influencias, además de Montale, Ungaretti, Rilke, Manrique o Dante, admite que "el ‘Ulises’ de Joyce, que releo continuamente, contiene las claves de mi filosofía de la percepción. Joyce vivía a través de percibir. Y, a pesar del pesimismo, el descubrimiento de imágenes siempre maravilla, como en las pesadillas: descubrimos imágenes fascinantes en sueños terribles. De hecho, es la primera vez que he creado poemas a partir de imágenes que veía, como una barca abandonada o un espectáculo de Sara Baras".
"Lo que hago como poeta -continúa- es independiente de mi persona, porque soy conocido oficialmente como ‘el crítico’. Eso es muy positivo. El poeta Carlos Barral era también ‘el editor’. Sé que es una herejía decirlo, pero Barral va a ser mucho más reconocido que Gil de Biedma u otros compañeros de generación."
Masoliver prepara ahora un libro de prosa, Memorial de decepciones, que será "un cúmulo de historias de decepciones mías, desde que era pequeño".
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