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Documentació

Cuentos completos

Article publicat a “El Mundo el 29/12/2002 per Ricardo Senabre

Ha sido un acierto reunir en un solo volumen toda la producción cuentística de Juan Marsé, en parte desperdigada en revistas y semanarios de no fácil acceso. Pero no se trataba de recopilar sin más el material, reproduciendo un relato tras otro hasta completar todos los textos, porque, en primer lugar, existen varios cuentos de los que hay versiones diferentes y había que plantearse cuál de ellas ofrecer. La tradición filológica concede en estos casos primacía a la última versión editada en vida del autor siempre que no se haya visto sometida a intervenciones ajenas , por entender que refleja su postrera revisión del texto y, por tanto, su voluntad última acerca de él. Así, al reproducir en este volumen los relatos de Teniente Bravo no se sigue la primera edición, de 1987, sino la segunda, diez años posterior, en la que Marsé había introducido numerosas modificaciones, que incluían la eliminación de un cuento el titulado “Noches de Bocaccio” , recuperado aquí en el apartado “Cuentos dispersos”. Por otra parte, media docena de relatos de los trece que se recogen en estos Cuentos completos han sido revisados para esta edición, lo que les otorga un rango especial de textos definitivos al menos por ahora que hacen más valioso el volumen. Y no es éste su único interés. La colección está precedida por un extenso prólogo de Enrique Turpin en el que se revisa toda la obra narrativa de Juan Marsé con abundantes apoyos bibliográficos y que viene a ser, por su excelente información, una síntesis introductoria que podrá servir de gran ayuda a quienes conozcan sólo parcialmente la producción del escritor. Por si esto fuera poco, el editor añade, a manera de apéndice, una rica documentación complementaria, con textos del propio autor, extraídos casi todos de artículos periodísticos, que ayudan a entender mejor la personalidad de Marsé y algunas claves de su mundo novelesco. En conjunto, pues, estos Cuentos completos ofrecen mucho más de lo que su título da a entender, y constituyen un modelo del tipo de edición que hay que llevar a cabo en casos como éste. Claro está que, sin escatimar elogios para el marco, lo importante es el lienzo, esto es, el conjunto de relatos que muestran las dotes de Marsé como narrador de historias breves, voluntariamente reducidas a estampas de trazos mínimos, en un terreno de juego que al narrador parece resultarle menos cómodo que los grandes espacios donde sus personajes se mueven con holgura. Y, de hecho, alguno de estos cuentos, como “El fantasma del cine Roxy”, se acerca a la extensión de lo que suele considerarse una novela corta. Naturalmente, hay textos de distinto valor, e incluso sería fácil señalar cierta evolución en la escritura, puesto que aquí se ofrecen relatos publicados en 1959 junto a alguno que data de 1994. Pero todos encierran, por distintas razones, un gran interés. “Nada para morir”, que es de 1959, plantea ya una historia trágica y llena de elipsis y sobreentendidos, donde lo sugerido es mucho más de lo que se relata en la superficie de la narración. Y algo parecido sucede en “Historia de detectives”, verdadera obra maestra en la descripción ambiental y apunte eficacísimo en torno a unas vidas desdichadas y a una época sórdida. Las “pobres gentes” que desfilan por estas páginas de Marsé no se diferencian apenas de los personajes que pueblan sus novelas extensas. Son creíbles y, con su inseguridad y sus imperfecciones, despiertan el interés del lector, su conmiseración o su piedad. Hasta el fanfarrón teniente Bravo, empeñado en el cuento del mismo título en dar una lección de hombría a los soldados, gana en humanidad a medida que las sucesivas caídas del potro van borrándole su arrogancia inicial y lo dejan reducido a un pelele maltrecho. El suicida de “Historia de detectives” es también uno de esos enigmáticos personajes entrevistos que dejan, sin embargo, por su espléndida caracterización, huella duradera en el lector. Hay cuentos con marcados componentes autobiográficos, como “El fantasma del cine Roxy”, y otros cuyo carácter narrativo disminuye y casi se anula en beneficio de otras modalidades discursivas, como “Noches de Bocaccio”, estampa humorística y satírica de la gauche divine, escrito a la manera de un diario sardónico y jovial. En “La mayor parte del día”, acaso el menos personal de estos cuentos, se acusan todavía ecos de autores como Medardo Fraile y Aldecoa. La prosa alcanza momentos de gran vigor, aunque de vez en cuando se deslice alguna concordancia errónea (“el apoteosis”, pág. 197), algún catalanismo (“encontramos a faltar a Juanito Marés”, pág. 191) y algún desliz sintáctico (“trabajaba en un taller que hacían medallas”, pág. 299)

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