15è. aniversari (1999 - 2014)
 
 

Documentació

Juan Marsé, el novelista encerrado con un solo juguete

Entrevista a Juan Marsé publicada a la Solidaridad Nacional per Manuel Vázquez Montalbán

La Plaza Rovira y sus alrededores, tienen el colorido de esas zonas parisienses, estáticas e inimaginables fuera de la calma de una tarde, de cielo entre limpio y sucio, de aire claro y de pequeño mundo de tranviarios, paseantes, vendedores de periódicos y parejas entre la risa y la tristeza. En una de estas calles, la dedicada a un tal Martí y en el número 104, vive Juan Marsé, de veintisiete años de edad, de profesión joyero-novelista, y de estado soltero. Juan Marsé tiene en las fotografías un aire duro que la realidad desmiente para dejarlo en cierto gesto de reflexiva resignación. El novelista joyero abre la puerta, disculpa un equívoco en la hora de la cita y nos introduce en su laboratorio literario. Una habitación suficiente, de aire monacal, con algunos libros alineados y otros amontonados en una alacena. A un lado se abre la cama plegable y junto a ella, una mesita en cuyo centro está la máquina de escribir y cuartillas en derredor. A la entrevista asiste el poeta Miguel Barceló y una botella de coñac. En la pared, sobre la máquina de escribir, una Edith Piaf, en trance, parece dedicarnos lo mejorcito del "Himno al Amor" o de "My Lord", Juan Marsé se nos enfrenta y llena las copas. Charlamos sobre el anecdotario del día de la presentación de su novela Encerrados con un sólo juguete en la sede de Seix y Barral. Era la culminación de un proceso literario iniciado hace siete años... --Yo escribía ya antes... Pero puede decirse que escribo en serio desde los 20 años.

--¿Qué significa para ti escribir en serio?

El novelista-joyero piensa las palabras y las va dejando salir a trompicones; de pronto se decide y lanza una frase completa, añadiendo: "Eso es".

--Llamo escribir en serio a hacerlo con intención de publicar.

--¿Para qué querías publicar?

--Fundamentalmente, para influir algo en los demás. No sé como decirte... ¿Entiendes? El "¿Entiendes?", se dirige a Barceló que, al parecer, lo entiende, porque asiente con la cabeza.

--¿Crees que se puede influir en los demás mediante la Literatura?

--Sí. Por eso escribo.

--Hace algo más de cincuenta años un señor llamado Nietzsche dijo que el escritor en la sociedad futura se convertiría en un bufón. ¿Reivindicas el papel de escritor como conciencia moral de una sociedad?

--Sin duda.

--¿Qué tal se porta la sociedad con esa "conciencia mortal" llamada escritor?...

--No sé... De momento le compra libros.

--¿Quiere decir esto que el escritor escribe para la sociedad que compra libros?

--Sí. De lo contrario no sería escritor en serio, porque no publicaría.

Nos tomamos un descansito mientras el coñac va perdiendo posiciones en las copas. Juan Marsé pone cierto empeño en que las recupere.

--El mundo que has reflejado en Encerrados con un sólo juguete, ¿es de tu agrado?

--No puedo contestar con demasiada claridad... Me limito a reflejarlo para que el lector saque consecuencias... Consecuencias positivas.

--Si el mundo que reflejas es negativo, las consecuencias positivas será condenadlo. ¿No?

--Casi que sí... Pero el mundo que he reflejado vive inmerso en una realidad que lo condiciona. A esa realidad debe dirigirse el juicio del lector.

El mundo que traduce Juan Marsé en su novela es el de la juventud que tiene muy pocas cosas que hacer. Entonces se encierra con un solo juguete, el amor, en el sentido francés de la palabra. Los personajes se justifican y acusan a las circunstancias de su postración. El personaje central es autobiográfico, en la mayor parte de sus vivencias.

--¿Te sientes distinto a los seres que pueblan tu novela?

--Me siento diferente... Ni mejor ni peor... Sólo diferente.

--En definitiva. ¿Crees que esa juventud obsesionada por el disfrute de un solo juguete debe superar esa poblemática y pasar a integrarse activamente en el "juego" de la vida?

--Sí. Eso creo y, en parte, para eso he escrito la novela.

--Tú trabajas desde las siete de la mañana a las tres de la tarde en una joyería, después haces Literatura hasta las nueve de la noche... ¿También te encierras en la habitación con un solo juguete?

--Sí. Me señala con la cabeza la máquina de escribir. --Ese es mi juguete.

--¿Qué piensan tus compañeros de trabajo de ese "juguete"?

--De momento, quieren comprar la novela... Hablaré con el editor para que se la ceda más barata.

A Juan Marsé le hicieron una entrevista días pasados, y una de las preguntas que más le sorprendió fué la de si se sentía representante de una generación.

--¿Qué te pareció la pregunta?

--Descabellada... Yo no represento nada. Me limito a reflejar, más o menos, lo que veo.

--Tu próxima novela, Las muchachas del Neckar, ¿tendrá también a esa juventud como protagonista?

--No. La juventud será su protagonista... pero una juventud más intelectual, con más espíritu de lucha, que pugna por ocupar un sitio en la sociedad, un sitio limpio...

--¿Lo consigue?

--El protagonista de mi novela, no.

--¿Por qué? --Lucha solo, y así no se consigue nada.

--¿Qué quiere conseguir él?

--Una revista de Artes y Letras, seria...

--O sea, que se publique.

Juan Marsé distrae con frecuencia la mirada como buscando las palabras en algún punto concreto de la habitación. Se apoya con los codos en los brazos de la silla y una de las manos a la altura del pecho. Barceló interviene para señalar las coincidencias entre la obra de Marsé y El octavo día de la semana, de Hasklo. Marsé no está del todo de acuerdo.

--¿No temes que se te agote la temática de esa juventud desplazada?

--De momento, no creo que se me haya agotado... Una tercera novela que preparo también oscilará sobre el mismo tema. Mira. Me preocupa lo que hace un joven, aquí y ahora. En el fondo, la novela se dedica a traducir unos comportamientos.

--¿El lector de dentro de sesenta años leerá tu obra y verá representada una época o unas circunstancias?

--No me importa ese lector de dentro de sesenta años. Escribo para el lector de hoy. Hablamos de la moderna novela española, y Marsé me elogia El Jarama, de Sánchez Ferlosio, aunque opina que agota el sistema objetivo hasta el punto de hacerlo irrepetible. Juan Marsé asegura no saber gran cosa de Literatura; simplemente, escribe novelas, y en serio.

--¿Tienes ya editor para tus serias novelas?

--Eso quiero. Todo sea por la seriedad.

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