15è. aniversari (1999 - 2014)
 
 

Documentació

Lo que no contaba el No-Do

Article publicat al diari “La Vanguardia” el 29/02/04

Lo que en la España miserable de los años 40 no contaba el No-Do lo contaba Nada, la novela con la que Carmen Laforet, con apenas veinte años, daba a conocer por medio de un realismo de “shock”, la cruda realidad de un país empapado en la ruina física de la guerra civil y la ruina moral. Cuando Ignacio Agustí y Josep Vergés idearon la creación del premio Eugenio Nadal, nadie podía imaginar que una joven desconocida iba a revolucionar las letras castellanas con una novela con la que se identificó toda una generación. Lo normal hubiera sido que el premio se lo llevara González Ruano, pero se lo llevó Carmen Laforet y la obra deslumbró iluminando los rincones más sombríos de la postguerra española de las chinches, el pan negro y la cartilla del racionamiento. Lo hicieron Cela con La Colmena en Madrid, y Laforet en Barcelona. A diferencia de muchas novelas del realismo patológico de aquellos años, Laforet supo hallar un lenguaje fresco, directo, que aún hoy goza de una modernidad sorprendente para transmitir al lector la visión asfixiada de un adolescente por temas que, al convertirse en metáfora, trasciende la época y las circunstancias del momento: “La crueldad doméstica, la insatisfacción sexual, la violencia que lo empapa todo. Una violencia de vencedores puesto que todos y cada uno de los personajes de algún modo se puede decir que han ganado la guerra, su guerra, esa gran batalla de la que ellos son supervivientes”, como señalaba Gregorio Morán, tras una relectura reciente del libro. Y es curioso, la novela fue editada hace poco en Dinamarca y a pesar de tratarse de un país tan lejano de la realidad española y de aquella época, se convirtió de nuevo, como 50 años antes en España, en inesperado best-séller. Entre tanta miseria, la mirada cándida de la joven autora y la frase limpia de su prosa, fue un prodigio. La primera de las mujeres escritoras que se rebelaron contra un país gobernado por los hombres que ganaron la guerra, y en el que el mundo femenino estaba acotado por cánones que hoy parecerían propios un régimen talibán. Fueron los años en que emergieron Ana María Matute, Carmen Martín Gaite, Josefina Aldecoa, Carmen Kurtz o Mercè Rodoreda, en las letras catalanas, entre otras autoras. Carmen Laforet no pudo reeditar el éxito de su primera novela y vivió un largo silencio. Se lo explicó a Ramón J. Sender, alegando su desánimo literario, su pereza para escribir, en un contexto personal duro ­por su separación, en 1970, y la falta de una estabilidad económica­, pero también por las circunstancias generales: el clima político y social del franquismo ­con un machismo que hace que en las entrevistas deba responder cosas como si quiere más a sus hijos o a sus libros­ y por lo gris del mundillo literario, que ella ve repleto de “envidias, enemistades, rencillas”. Y ella, que no quiso adscribirse a ninguno de “estos reinos belicosos”, acabó triunfando sobre todos ellos.

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