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Documentació

La noche toledana de Laforet

Article publicat a “El País” el 15/05/04 per Rafael Conte

Desaparecida del todo Carmen Laforet el pasado mes de febrero, se ha abierto la veda de sus inéditos, como era de esperar al tratarse de un auténtico mito de la literatura española del último siglo. Ya el año pasado y en esta misma editorial -todavía en vida una Laforet ya olvidada del mundo a causa del Alzheimer que padecía (aunque bien rodeada por el afecto de los suyos)- Israel Rolón Barada (uno de los preparadores de este nuevo libro) nos concedió en esta misma editorial su correspondencia con Ramón J. Sender, el gran novelista español que no pudo volver de su exilio (Puedo contar contigo) ya que se había convertido en uno de sus buenos amigos del final. Poco después también Destino recuperaba una de sus antiguas obras, su tercera y más endeble novela, La mujer nueva (de 1955), que sigue valiendo hoy más por su estudio de la condición femenina que por su historia de conversión religiosa, y hoy recupera un inédito de primera magnitud Al volver la esquina, el segundo volumen proyectado de su inacabada trilogía Tres pasos fuera del tiempo, de la que ya se había publicado en 1963 el primero, La insolación, que para algunos (Ignacio Soldevila, por ejemplo) era hasta hoy su mejor novela, superando incluso su tan celebérrima Nada inicial, con la que obtuvo en 1945 el primer Premio Nadal de la historia. Pero, como ya se sabe, allí -en 1963- se interrumpió para siempre la historia de Carmen Laforet como novelista, pues guardó a partir de entonces y hasta su reciente muerte un estricto silencio que ya nada turbó. Todo lo demás fueron artículos, viajes incesantes, antologías y hasta recopilaciones, siempre recibidas con respeto, cuando no con expectación: mientras ella iba olvidando al mundo, el mundo sin embargo no la olvidó a ella, pues hasta convirtió su silencio en uno de los mitos de las letras españolas de nuestros días. Carmen Laforet era un verdadero enigma que nadie pudo penetrar jamás, y mucho me temo que la publicación de Al volver la esquina seguirá dejando las espadas en alto y el enigma sin resolver, al menos hasta que se publique el manuscrito del tercer volumen de la trilogía, Toque de queda, en el estado en que se encuentre, que no se ha aclarado hasta hoy, pues tampoco se dice nada de ello en las dos presentaciones (de uno de sus hijos, Agustín Cerezales, y de Israel Rolón) de este nuevo libro. De hecho, todo lo que sabe- mos ya lo había dicho la propia Carmen Laforet en aquella introducción a La insolación, como recogió Martínez Cachero en su excelente reedición de 1992 para el Instituto de la Mujer. También en la vuelta de la cuarta de solapa se incluía la presentación editorial de esta segunda parte, Al volver la esquina, hasta con una breve descripción de "una gran pasión amorosa que cambia en un súbito viraje la vida de 'Martín Soto', el artista adolescente de La insolación, con un error en el nombre del nuevo personaje de 'la pequeña Loli', que se ha cambiado en 'Soli' en la versión final". Carmen Laforet dijo en 1963 que con esta trilogía entraba en una fase de creación "más continuada y consciente", como si fuera "un comienzo de lo que puedo escribir". Trabajó durante tres años en una sola novela, Jaque mate, con un material "en mi imaginación destinado al fuego", hasta que vio que tenía "terminadas tres novelas diferentes, cada una de ellas, un mundo cerrado y acabado", y aunque debía haberlas publicado en orden inverso, prefirió hacerlo en el cronológico de su acción, que marca tres momentos de la vida de un hombre y de los últimos veinte años de la España de entonces. Ese momento sucede en tres veranos de principios de los cuarenta -La insolación-, en los primeros cincuenta, en Madrid (y sobre todo en Toledo, como se verá), en Al volver la esquina, y en los años sesenta ("en los que la escribo") en Jaque mate. La editorial poseyó por tanto el manuscrito de este segundo volumen, pero la autora nunca devolvió las segundas pruebas de correcciones a las que todo autor tiene derecho, con lo que todo quedó en poder de la escritora hasta el rescate familiar que ha permitido su publicación póstuma. Aquí se dice que se han incluido las correcciones ya hechas, con lo que todo parece estar ya en orden, a la espera de la publicación del tercer volumen que podrá calmar las especulaciones o volver a suscitarlas, depende, y tasquemos freno que también da cierto gusto. Martín Soto, el artista ado- lescente del primer volumen, de 15 años, sexualmente indeciso y fascinado por dos hermanos, Anita y Carlos Corsi, se los vuelve a encontrar en Toledo 10 años después, ya pintor y heredero de la fortuna de sus abuelos, en medio de un turbión de sucesos y nuevos personajes que configuran una especie de vertiginosa "noche toledana" (una larga noche de insomnio y pesadillas, según los diccionarios) en una especie de fuga en la que desaparecerá, y que sólo recordará años después, tras las brumas de una memoria vacilante y soñadora, apoyada en un informe policial y bajo los consejos de una misteriosa terapeuta. Se trata de una noche prolongada, en un Toledo misterioso, negro y lluvioso, donde aparece un personaje espléndido, la niña Soledad, y reaparecen otros como su antigua amiga Anita Corsi, coqueta, misteriosa y quizá divorciada, y otro nuevo, su cuñada Zoila, artista casada con el hermano, en una extraña vacilación amorosa, que se cumplirá después con la segunda y quedará en suspenso con la primera otra vez. Esta primera parte es más vagorosa que la segunda, que sucede ya en Madrid, pero en la que sin embargo la narración resulta más concentrada y todo se precipita de manera más sólida y coherente. Como si Laforet no hubiera podido dar una última mano al relato, que siendo de primera magnitud, resulta menos unitario que la espléndida La insolación, cuya reedición anuncia próximamente esta misma editorial. Carmen Laforet no fue tan sólo un meteorito, sino una gran narradora, que en esta trilogía intentó separarse de las acusaciones de autobiografismo que le acompañaron desde su aparición, para dar "tres pasos fuera del tiempo" y crear un relato más objetivo y separado de sus propias experiencias, lográndolo muy bien en el primer volumen. Y aquí la recobramos con la rara virtud de un lenguaje expresivo, siempre moderado, intenso, íntimo y con una extraña capacidad sensorial, que describe como nadie las luces del mundo y las sombras de sus personajes. Una lectura siempre necesaria, que sin embargo nos muestra cómo la escritora llegó a perderse en una "noche toledana" de la que al final nunca pudo salir, por haberse salido de su mundo y del tiempo desgraciadamente para siempre.

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