15è. aniversari (1999 - 2014)
 
 

Documentació

Novela garantizada ante notario

Article aparegut a “La Vanguardia” el 31/01/02 a cura de Xavia Ayén

El historiador y arquitecto Albert García Espuche (Barcelona, 1951) está aquejado, según propia confesión, de "una extraña enfermedad" que le hace disfrutar como un colegial consultando archivos notariales. Se ha recorrido los de toda Cataluña, causando estupor en los empleados que le han proporcionado, año tras año, vetustos legajos para su deleite. El día en que accedió a los papeles del notario Francesc Lentisclà tuvo claro que aquello daba para construir una obra literaria sobre la vida cotidiana de la ciudad de Barcelona entre los años 1640 y 1652, cuando la Guerra dels Segadors.

El estimulante resultado es El inventario (Muchnik Editores), una novela cien por cien real -garantizada ante notario-, con notable hálito narrativo, "donde si aparece una escena en la que a unos infelices les roban algo, puedo aportar el documento en que se demuestra. Todos los nombres y apellidos que aparecen son reales, todos los detalles...". La principal fuente han sido los papeles de Lentisclà, un antihéroe aquejado de sordera, aficionado a los caramelos y el agua helada, misógino y sin ideología, aunque simpatizante del poder. Alguien "que fue ascendiendo socialmente hasta llegar a la cumbre, cuando se estableció en la calle Montcada, lo que entonces era un signo de la mayor distinción".

El tema, además, presenta interés para los historiadores. El catedrático Ricardo García Cárcel sostiene: "Nos hemos hartado de decir que, de 1640 a 1643, hubo una euforia catalana por la separación de la monarquía española y la unión con la francesa, y después un desencanto que desembocaría en el retorno al redil español. Pues bien, aquí vemos claramente que la gente era indiferente, y que la causa de volver con España fue más prosaica: la peste. Otro mito que desmonta es el de la economía de guerra, pues García Espuche demuestra que fue beneficiosa para buena parte de los catalanes, que aprovecharon la trágica situación en beneficio de algunos negocios". El propio autor dice que "no se puede hablar de decadencia: las casas pasan de tener ventanas a balcones, la ciudad embellece y se disparan las obras".

El libro descubre facetas curiosas del día a día: los dulces que se comían, los hilarantes diálogos de los pleitos por adulterio o el tetralingüismo reinante (latín, catalán, castellano y francés). También aspectos trágicos, como los crímenes de los delincuentes más buscados o la pervivencia del esclavismo.El autor explica también que, hoy, las obras de la futura biblioteca del Born han puesto al descubierto un importante legado: "Me ha emocionado mucho encontrarme prácticamente con la casa de Lentisclà. A causa de mi obsesión patológica por los documentos, conozco exactamente el catastro de la época: todas las calles que echaron abajo para construir la Ciutadella, casa por casa, incluso sé de memoria los nombres de las familias que vivían en cada una. Pido a la Administración que reflexione antes de seguir las obras, porque son calles con un gran valor simbólico".

Tornar