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Documentació

Pere Gimferrer publica un libro de poemas sobre el envejecimiento

Article publicat a “El País” el 22/10/02 per Pau Vidal

'Aunque todavía no he entrado en la senectud, ya tengo 57 años, por lo que es lógico que me haya venido una cierta ansia recapitulatoria'. Así explica el poeta y académico Pere Gimferrer (Barcelona, 1945) el impulso que le llevó a publicar El diamante en el agua, aparecido en catalán el año pasado y ahora publicado en castellano por Ediciones del Bronce. Simultáneamente, Seix Barral acaba de editar en un solo volumen los dos que componían su Dietario.

Esa mirada hacia el pasado, explica Gimferrer, 'se ha visto acentuada por la gran cantidad de personas de mi entorno que han ido muriendo en los últimos años. Por citar sólo gente del medio literario, estarían por ejemplo Josep Vicenç Foix, Octavio Paz o Gil de Biedma. Es cierto que eran mayores que yo, pero desde siempre me he movido en un ambiente donde todo el mundo me superaba en edad'. Gimferrer, además, empezó su carrera literaria, que ahora ronda la treintena de títulos, a edad muy temprana (Arde el mar se publicó en 1966), 'por lo cual mi perspectiva de escritor es muy extensa. Seguramente si mi debut no hubiera sido tan precoz ahora mi perspectiva sería distinta'.

El diamante en el agua se compone de cinco secciones, de las cuales la última y más extensa, En derribo, es precisamente la que aborda el tema del envejecimiento, con títulos tan elocuentes como 'Despedida', 'Epitafio ', 'Naufragio' o 'Elegía'. Según el autor, 'no se trata de dar vueltas alrededor del tema de la muerte, como ya hice en mi libro anterior [Mascarada, 1998], sino más bien de reflexionar acerca de un momento de mi vida que yo llamaría crepuscular. Aunque es cierto, eso sí, que entronca temáticamente con aquél'.

Además de esta sección, El diamante en el agua lleva otras cuatro: una dedicada al cineasta japonés Kenji Mizoguchi ('aunque mi pasión cinéfila se manifiesta a lo largo de todo el libro'), otra de tono más lírico, con temática amorosa, y un póquer de lo que Gimferrer llama 'poemas cívicos', dedicados respectivamente a Sarajevo, a las banderas, a los etarras Lasa y Zabala y a la poetisa catalana recientemente fallecida Maria Mercè Marçal. El de Lasa y Zabala, de cuyo impacto el autor se declara 'sorprendido', es un curioso soneto con el que, asegura, 'traté de superar por exageración el silencio que suele cubrir este tipo de sucesos. Finalmente, el p oema extenso que da título al libro, 'El diamante en el agua' (de un verso de Rubén Darío) y que es el que ha comportado más problemas de traducción: la versión castellana ha debido reducir las exigencias métricas del original, asonantando algunas de las rimas que en catalán eran consonantes. La mayoría de las adaptaciones han ido a cargo de Justo Navarro (aunque hay un total de cinco traductores) porque Gimferrer hace tiempo que dejó de hacerlo: 'No soy un buen traductor de mí mismo porque me salen versiones demasiado literales, si bien es cierto que tengo un Premio Nacional de Traducción por una obra de Ausiàs March'.

En cuanto a lo inhabitual de componer según el dictado de la métrica y la rima, el académico no está de acuerdo con la idea de que la rima esté en desuso: 'En castellano quizá algo más, aunque, sin ir más lejos, Benítez Reyes y Jaime Giles lo han hecho recientemente, pero en catalán se cultiva bastante, como demuestran Narcís Comadira, Salvador Oliva o la propia Marçal. Y tampoco hay que pensar que no rimar signifique alejarse de la métrica: Gabriel Ferrater, por ejemplo, no rimaba, pero sus composiciones están firmemente sujetas a la métrica. En castellano ocurre lo mismo con Lorca, por ejemplo, o con muchas obras de Alberti, Cernuda y Alexandre. Lo que muchas veces parece verso libre aparente, en realidad son combinaciones de alejandrinos y decasílabos'. Según Gimferrer, la confusión respecto a esta cuestión se debe al hecho de que 'a partir de un cierto momento, en el bachillerato se dejó de estudiar la métrica, por lo cual muchos poetas en realidad no saben contar sílabas'.

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